El pasado día 8 tuve la oportunidad de asistir a la III Jornada de Turismo en Benidorm, un punto de encuentro ya imprescindible para fijar la situación del sector, sus expectativas razonables y los aspectos a mejorar a corto, medio y largo plazo.

De forma muy simplificada, mi conclusión fue: el año 2016 también ha empezado muy bien; de nuevo será el mejor año de la historia de nuestro turismo, pero también hay claroscuros.

El número de turistas que nos visiten volverá a marcar un máximo anual, pero motivado principalmente por los graves problemas de algunos países que deberían competir con fuerza con nosotros, especialmente Turquía, Egipto y Túnez, muy afectados por los problemas de inseguridad como destino, lo que está desviando muchos turistas a nuestra zona. Son turistas prestados.

Es a partir de esta situación favorable cuando deberíamos plantearnos abordar las reformas necesarias en el sector -seguimos primando la cantidad sobre la calidad- para no perder el paso en los momentos difíciles, que también vendrán, configurando el destino y cada una de las actividades que lo componen de acuerdo con el proyecto futuro del sector en nuestra zona. Pero casi con toda seguridad no lo haremos. Abordamos las reformas sólo cuando las cosas van mal, y en esas condiciones es más difícil avanzar. Probablemente nos sigue faltando el impulso desde todas las administraciones de la visión estratégica del que es, sin duda, el sector más importante de nuestra economía. Y sin visión estratégica, los riesgos se multiplican.

En este punto, merece la pena destacar una cierta recuperación del turismo ruso en nuestra zona tras dos años perdidos; como consecuencia de la práctica desaparición de Turquía como destino tanto por los problemas ya comentados de inseguridad como, especialmente, por la ruptura de relaciones del país con Rusia tras el derribo de un avión ruso en suelo turco no suficientemente aclarado.

Y aunque estamos creciendo, algunas expectativas no se están cumpliendo, como la que se refiere al crecimiento del turismo nacional en el que empezamos a observar una cierta desaceleración, quizás como consecuencia de la incertidumbre política que podría estar empezando a pasar factura, tanto para los visitantes nacionales como para las propias inversiones de los empresarios del sector.

Confío en que los partidos políticos, sea cual sea el resultado de las inminentes elecciones generales, serán capaces de ponerse de acuerdo y definir un Gobierno fuerte, que entienda y apoye al sector, eliminando esas incertidumbres que podrían terminar impactando negativamente sobre una actividad que ha mostrado su fortaleza, incluso su capacidad como motor de arrastre, en los peores momentos de la crisis.

No quisiera terminar sin hacer referencia a una de las mayores preocupaciones del sector: el fuerte crecimiento de los apartamentos turísticos insuficientemente regulados, con impactos negativos sobre el destino, el empleo, la fiscalidad y, en definitiva, la competencia.

En este punto, los representantes del colectivo de promotores inmobiliarios mostraron su preocupación sobre un exceso de regulación de los alojamientos turísticos que podría perjudicar la venta de viviendas a extranjeros, aunque en mi opinión quedó claro que en nuestra Comunidad el problema no está planteado en términos de turismo residencial/vacacional, sino entre alojamientos reglados y no reglados.

Un buen punto para seguir profundizando.