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Marc Llorente

Apuntes afilados

Marc Llorente

Resignación o cambio, éste es el problema

El padre Rajoy regañó a las criaturas que aspiran a gobernar. Desde el púlpito de la Academia de la Tele volvió a airear la experiencia de su gestión y nuevamente bendijo sus recortes y las bondades de su inmaculada troupe. El discurso lo tiene bien aprendido y lo suelta siempre que tiene un micrófono o una cámara disponible. Los otros tres candidatos repiten lo mismo una y otra vez en televisión o en cualquier pista circense. El inmovilista líder del PP caminó por la cuerda floja y recibió empujones. No cayó en la arena y sale vivo a su modo. Iglesias extiende la mano a Sánchez para un Gobierno de progreso y salvar los muebles de su catálogo. Éste la ignora una y otra vez porque, según él, bloqueó el cambio. No entra en la posibilidad de un acuerdo de ese tipo con el ánimo de recuperar a los electores que se fueron con los votos y la música a otra parte. La pelea continúa. «El adversario es Rajoy, Pedro», puntualiza Pablo angelicalmente, con los ojos húmedos y pretendiendo obsequiar una rosa al líder de Ferraz. Dimisión o victoria, dos opciones por lo visto. Dejar el paso libre al PP o tomar unas cervezas con Unidos Podemos. Iglesias ya hizo la misma propuesta de ahora. Un pacto de gobierno de coalición con el PSOE, una de las posibilidades más queridas por muchos. Ante eso, Sánchez ríe y ríe y provoca cierto bochorno. Rajoy B disfruta de ese espectáculo y lame sus heridas. En el trapecio de la corrupción se balancea sin soltarse? Bárcenas le ve en la pantalla y le envía un SMS. El jefe morado cierra puertas giratorias y saca a flote los ERE andaluces, la Púnica? Que Sánchez quiera meter en el fango a Monedero y Errejón, temas cerrados sin ningún problema, pone al descubierto las pocas luces o la ridícula defensa del receloso capitán de la selección socialista. El enfurruñado Albert saca pecho y lanza puñales a Rajoy. Tira de la coleta a Iglesias desesperadamente y le dispara flechas desgastadas de niño pijo. En un mundo como este, la igualdad y la fraternidad son una utopía, si bien ésta, como en otras ocasiones, puede ser la realidad de mañana. Resignación o cambio. E inyectar oxígeno a la convaleciente democracia.

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