Como cualquier ciudadano deseo lo mejor para mi país y esto encierra una forma de pensar en política cuya principal característica es la de imponerse a la naturaleza de los hechos inmutables erigidos sobre la base de un destino cruel y fuera del alcance del ciudadano común. Destino solo conocido por quienes, convencidos de sentirse a salvo, teorizan sobre las bondades de la vieja teoría de la providencia impuesta a los demás. Encontrar un resquicio por el que poder demostrar que no somos hijos de ningún destino sino dueños de nuestros propios actos es la seña de identidad de una política real, al servicio del ciudadano, que permite escapar de tan satánica fatalidad.

Así la propia ideología vital no solo va tiñendo a la política añorada sino a lo económico, a lo social, a lo laboral, a lo académico y también a lo sanitario y medioambiental. Hay otras ideologías, sin duda, pero me son extrañas. Hay quienes toleran a los que pagan sueldos de 300 euros al mes por contratos de 10 horas/día bajo el fallido paraguas de una relación laboral temporal, y esclavista, mientras intenta convencer al esclavo necesitado y al que mira inerte de lo doloroso de tal medida y de su insoportable inevitabilidad. Hay carroñeros empresariales e instituciones financieras lobeznas al servicio de sí mismos y políticos genuflexionados ante poderes nacionales y supranacionales alentando, mientras cobran gigantescos e indecentes salarios, esa ramera trampa especulativa y corrupta que ha conducido a la gran mayoría de españoles hacia la catástrofe.

Son estos individuos la polla insaciable, el cipote de Archidona, los cojones del caballo de Espartero y los huevos de Colón, herederos todos de aquella que otrora moría pero no moría confabulando sobre el destino y el futuro para su mayor gloria. Y lo son porque se sienten fuertes, imperecederos, intocables, inmutables. Dioses menores cuya genética inclinación les hace alzarse sobre los lamentos de su propio pueblo conscientes de la laxitud política y jurídica existente, ambas incapaces de hacerles galopar hasta enterrarlos en ese mar de heces por el que pasean felices su rastrera naturaleza.

Pero, pese a ellos, España es un país rico. Su PIB nunca ha descendido del billón de euros mientras la riqueza acumulada en activos financieros suma 9,14 billones. Distinto es entender dónde está toda esa riqueza, porque la misma no se ha esfumado. Nos siguen distrayendo centrando la lupa en corruptos, y menos en corruptores, mientras que los mismos solo representan una ínfima parte del saqueo al que hemos sido expuestos. El grueso principal del expolio está bajo el control de un pequeño puñado de bancos, monopolios, grandes fortunas y capital extranjero que son los que deciden qué hacer con las vidas ajenas al mismo tiempo que disfrutan de sus ganancias tanto como de los crueles, interminables e insaciables recortes. Entre 2010 y 2014, se impuso al 90% de la población una rebaja salarial, unos recortes sociales y una subida de impuestos por valor de 290.400 millones de euros mientras que los beneficios de la banca nacional y extranjera, de los monopolios y de multinacionales aumentaron en 700.000 millones. Todo esto con el beneplácito del PP y del PSOE y algunos partidos más y de quienes teorizan, como si la gravedad terrestre no fuese con ellos, levitando sobre la auténtica solución que requiere la actual crisis.

Recortes Cero representa el hartazgo y también la esperanza y que tal solución debe pasar por redistribuir de verdad la riqueza atajando el atraco consentido de las rentas salariales; elevando los salarios y pensiones un mínimo de 1.000 euros mensuales; creando una gran banca pública; estableciendo un plan de reindustrialización del país modernizando su tejido productivo que genere nueva riqueza; estableciendo una reforma fiscal en la que bancos, monopolios y multinacionales paguen el 50% de sus beneficios y las grandes fortunas una fiscalidad de hasta el 75%; acabando con el atraco de la deuda (en los últimos 4 años hemos pagado 143.127 millones solo de intereses que han ido a parar a los bancos nacionales y extranjeros) estableciendo una moratoria mientras el paro no descienda del 10% de la población activa; reduciendo los gastos del Estado; revirtiendo los recortes en sanidad y educación públicas, en cultura y ciencia; revirtiendo copagos, subida de tasas y recortes de becas; legislando un plan de solidaridad y reintegración social que garantice una renta básica a todas las familias garantizando los servicios básicos de luz agua y que detenga definitivamente los desahucios. Y finalmente formalizando una política fundamentada en la ecología, el desarrollo sostenible y la paz, y que se enfrente a la contaminación y al cambio climático estableciendo un nuevo modelo energético basado en las energías renovables.

Si usted también piensa así, usted está llamado a ser de Recortes Cero.

Partiendo de la nada, hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria.