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Nosotros somos el terror

«Nosotros somos el terror», exclama Frank Underwood en la impactante última escena de la cuarta temporada de «House of Cards», la serie que describe desde los más bajos fondos de la política el ascenso a la Casa Blanca de un «tándem» -formado por los actores Kevin Spacey y Robin Wright- que, con todas las encuestas en contra, trata de quedarse con la presidencia de los Estados Unidos con el discurso del miedo como único punto de su programa electoral. Salvando las distancias, en esta descafeinada campaña electoral esa es la receta que está intentando aplicar el PP de Mariano Rajoy y los socialistas de Pedro Sánchez para «demonizar» a Pablo Iglesias con el objetivo, unos, de forzar una «gran coalición» que les facilite la presidencia del Gobierno. Y, otros, de intentar mantenerse a flote como segunda fuerza y, de esa manera, tratar de seguir como la principal referencia de la izquierda.

El PP se ofrece como la alternativa de la estabilidad -ayer mismo lo explicitó el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo durante el debate de candidatos en Alicante- y pone sobre la mesa sin ambages una gran coalición con los socialistas y, si quieren, con Ciudadanos. «Serían bienvenidos», soltó el número uno popular por Alicante que pinta un panorama de terremoto económico y social en el supuesto de que, finalmente, los socialistas se decanten por sumar sus votos a un gobierno de izquierdas. Ese es el principal discurso del PP, un mensaje con el que, además, intenta mitigar el impacto de las dos facturas que le pueden acabar cobrando los electores a los populares: la corrupción con la Comunidad Valenciana en el epicentro de la polémica; y los recortes en derechos y servicios básicos.

Los socialistas también se ofrecen como la opción de la izquierda capaz de hacer frente a los populares. «Somos los únicos», proclama Pedro Sánchez cada vez que le ponen un micrófono delante mientras carga contra Pablo Iglesias sin tener demasiado en cuenta, por ejemplo, que Podemos sostiene, entre otros, al gobierno de la Generalitat que comparten Ximo Puig y Mónica Oltra. O somos nosotros, apunta el líder del PSOE, o los socialistas no están muy dispuestos a formar un gobierno de izquierdas con Pablo Iglesias. Pura supervivencia. O yo o el caos. Esa es la propuesta de los dos partidos que hasta ahora se han «turnado» en el poder en Madrid.

El planteamiento tanto del PP como del PSOE, en cualquier caso, es limitado, reduccionista y cortoplacista. ¿En lugar de meter miedo, alguien se ha preguntado en los que hasta ahora eran los dos grandes partidos del sistema político de España, cuáles son las razones de que los electores les hayan abandonado para «pasarse» sin problemas a otras siglas? ¿Alguien ha estudiado en el PP y el PSOE los cambios sociales que se han producido y cómo esos movimientos, acelerados por la crisis económica, han barrido por completo el mapa electoral? El camino de populares y socialistas, por tanto, no pasa por parapetarse, como los Underwood, en el voto del terror sino hacer acto de contrición, autocrítica y pensar por qué la gente les deja sin su apoyo.

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