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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Fuegos de artificio

Ya no quedan personas como Manuel Alonso Revuelta. Él representa, en cierto modo, al «asistente tipo» a las actividades culturales que se organizan en Alicante. Tanto es así, que en numerosas ocasiones, él se convierte en el asistente, puesto que si descontamos a los que imparten la conferencia en cuestión, a su acompañante, a los organizadores, al personal técnico de la sala, y a alguna azafata cuando las hay, resulta que el único representante de la calle es el bueno de Manuel. El único que va por gusto. El único que ni cobra ni paga por ir. Que no necesita título o diploma acreditativo. Que, por no conocer, incluso carece de ningún tipo de vínculo con aquel a quien va a escuchar o con la entidad convocante. Manuel Alonso, especie en extinción, es ese espectador al que habría que mimar, que ha salvado, o justificado en cierta medida, muchísimas mesas redondas, ponencias, encuentros, jornadas, seminarios y coloquios en los que, sin proponérselo, se convirtió en el único espectador.

Hace unos días lo encontré en el Encuentro de Música Para la Imagen, que con auténtica tenacidad ha vuelto a levantar Vicente Ruiz. Durante las master class de los tres años precedentes, con José Nieto, Antón García Abril y Pablo Miyar, estuvimos en familia. Pero es que en esta cuarta, con José Vinader, fuimos la familia y uno más, Manuel Alonso Revuelta. Y para de contar (si no conté mal, éramos 8).

¿Qué pasa en Alicante? Si esto ocurre en los actos programados, pueden imaginar el panorama en los espacios expositivos. Ay, cuántas mañanas y cuántas tardes muertas de inanición. Recuerdo mis recientes jornadas de guardia en el MUA, en la amplísima galería que acogió «Alicante se rueda», sin ver a una sola persona entrar por sus puertas. O en la CAM de Ramón y Cajal. O en la Lonja (salvo en la Exposición del Ninot).

Alicante se metamorfosea este fin de semana. Puede que sus fiestas, que cumplirán el primer centenario en 2028, sean el mejor de reflejo de su realidad. Lo que aquí nos va son los fuegos de artificio. La fachada. Y después nada más que humo. Pero tranquilos, que a la vuelta del verano y en el inicio de la temporada cultural ahí seguirá de guardia Manuel Alonso, para un roto y un descosido. Asegurando un mínimo de un asistente en cualquier actividad. El espectador de guardia.

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