El PP denuncia que Compromís quiere acabar con los toros. Ya estamos. Jugar con los sentimientos primarios de las gentes, remover los instintos o los miedos y temores, es elevar la política a los niveles de la sinrazón, abocando la sociedad a la precariedad moral y a una cierta crispación que desmerece la convivencia. Fustigar a la población hacia la no superación de atavismos es poner palos en las ruedas del progreso o dificultar la estabilidad social. Todo por la caza y captura de unos votos, todo por el poder, todo por las poltronas.

Así, Esperanza Aguirre decía en contra de la Ley de Prevención del Tabaquismo: «Creemos firmemente, porque somos liberales, que los gobiernos no estamos para imponerles hábitos de conducta a los ciudadanos, por muy saludables que sean». Aunque el tabaco fuera el responsable de una de cada diez muertes de adultos. Aunque representara el 15% del gasto sanitario total según el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT)... La Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) anuló, después de dos años de vigencia, el Decreto Aguirre de la Comunidad de Madrid que obstruía la ley reguladora del tabaquismo de los socialistas. Aguirre estimulaba la inercia en los hábitos de los fumadores simplemente por electoralismo. Obviamente, la salud de sus ciudadanos no entraba en sus objetivos. Así es la vida.

¿Fue esto anterior una anécdota?, ¿un incidente pasajero contra la razón o una tendencia?... La Generalitat Valenciana del PP dijo que «els bous al carrer» eran señas de identidad a proteger y fomentar. Los subvencionaba. Esta comunidad reunió el 88% de los 2.033 nuevos festejos taurinos o sueltas que se dieron en España a lo largo del 2014. Maltrato animal amparado por la oficialidad. Aunque es más de lamentar los más de trece muertos por embestida de asta en ese verano, buena parte en València Comunitat/País. Otra vez el PP avivando la inercia en la pervivencia de usos o costumbres superados o desfasados, en este caso, contra el progreso y el sentimiento de no causar daño o sufrimiento a los animales, que la izquierda, por ética, queda impelida a asumir. Por su parte, los tribunales franceses aclaraban que la inscripción de la tauromaquia en el patrimonio inmaterial de Francia ha sido derogada.

La demagogia va con el PP. Les da igual sumarse al carro de la cadena perpetua revisable, como al grito xenófobo de «los alumnos nuestros están condenados a ir al colegio con inmigrantes», o clamar contra el supuesto asalto a la libertad de enseñanza con motivo de la reorganización racional de aulas concertadas según demanda. Al PP les da igual con tal de situarse en el favor de algunos más. Les da igual, porque, además, todo esto cloroformiza a algún sector del electorado, desviándolo de los verdaderos problemas de la sociedad, como la corrupción, el paro, o los recortes sociales.

Sin embargo, la exaltación de los toros esconde una realidad: la violencia. Y se ha de recordar que la violencia no es buena o mala según la clase de víctima (persona o animal), es mala por sí misma y embrutece todo aquel que la practica. La violencia humilla, degrada o hace sufrir la víctima (persona o animal). Seguro que no estamos por la embrutecimiento, no estamos por la crueldad, tampoco para justificarla. Y tampoco para obstruir el paso de los nuevos valores, que sustituyen los viejos, en una marcha hacia adelante que enorgullezca a todos los individuos de una sociedad.