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José María Asencio

Garzón, Venezuela y poder judicial

Escuchar a Garzón e Iglesias defender el régimen judicial venezolano alegando el cumplimiento por este de los principios que inspiran al Poder Judicial en un sistema democrático, es un insulto a la inteligencia. Verlos exaltar con naturalidad ese modelo, absolutamente incompatible con los principios básicos que internacionalmente se exigen como garantía de independencia, comparando a los jueces venezolanos, designados a dedo, con los españoles, es algo más que un desliz que denota falta de conocimientos. Es una advertencia de sus inclinaciones y de que mañana, si llegan al gobierno, desarrollarán un Poder Judicial de las mismas características.

Justificar el encarcelamiento de prisioneros políticos en una decisión adoptada por aquellos tribunales, cuando instancias internacionales los califican de condenados por sus ideas, no por ser golpistas, debe llevar a meditar acerca del concepto tan relativo de Poder Judicial que tienen, tanto, que con base en el mismo se podrían justificar los tribunales represivos franquistas, nazis o estalinistas. Es la consecuencia de considerar como Poder Judicial a todo tribunal por el hecho de serlo, sin atender a los valores en los que se inspira. Una relatividad que en el campo del derecho procesal hace decenios que se superó, precisamente para no caer en aquello en lo que Garzón ha sucumbido, la justificación de toda resolución proveniente de tribunales que en realidad no lo son por no respetar las garantías mínimas de la jurisdicción.

El concepto de Poder Judicial no es tan relativo como para aceptar que cualquier regulación del mismo sea admisible. Relatividad, sí, pero en el marco de unos principios democráticos, derivados de las ideas de la Revolución Francesa en su mayoría, que son infranqueables. No es Poder Judicial en el sentido de un Estado de derecho el venezolano, como tampoco lo eran los tribunales de excepción españoles de la etapa franquista, ni los alemanes del nazismo, ni los soviéticos del estalinismo.

Algo que sabe cualquier estudiante de derecho, pero que Garzón ignora en ese afán incomprensible de torcer lo que no es. No puede evitar esa vena estalinista que le recorre la sangre, aunque Stalin fuera quien derrumbó la utopía de un socialismo que no supo convivir con la libertad según Trotski, no los reaccionarios a quien prestos adjudicarán este tipo de críticas.

El problema es que de verdad no sea un desliz y se lo crean. En el programa de Podemos de las elecciones de diciembre del año pasado, ya apuntaban como referente el modelo venezolano, caracterizado por la identificación de los magistrados con las políticas del ejecutivo. Ahora no dicen esto, pero introducen una propuesta peligrosa conforme a la cual, la investigación en el procedimiento penal será dirigida por la policía, que no tendrá que dar explicación alguna de sus actuaciones y resultados. Es que se les va la mano cuando se descuidan.

Desconocen estos dirigentes que allí, en Venezuela, en ese paraíso de la democracia, no existe una carrera judicial, que los jueces no son inamovibles, garantía máxima de independencia, que son designados directamente por el ejecutivo, el cual, igualmente, los puede cesar a placer sin explicación alguna cuando no se someten a los dictados marcados. De ahí que pocas o ninguna de las órdenes recibidas sean desatendidas, desde el encarcelamiento de la oposición acusada de propiciar golpes de estado inexistentes, a la anulación de las decisiones del legislativo, ahora mayoritariamente en manos de esa oposición a la que IU y Podemos califican de reaccionaria y a la que Maduro quiere procesar por pedir su revocación. Ya verán como apoyan esta decisión los «jueces» democráticos de Venezuela.

Desconocen estos renovadores del sistema inquisitivo, que los jueces independientes han sido expulsados en Venezuela de los tribunales, pues es la sumisión al régimen lo que se valora como elemento esencial para el nombramiento como juez. Muchos he conocido y mucho me han comentado de sus desdichas. Su pecado, cumplir la ley. Se les expulsó por ser enemigos de la revolución. Purgas de infausto recuerdo. No cargo más sobre Stalin vaya a ser que me manden a un gulag.

Desconocen que las leyes represivas se aplican ordinariamente. Y parece que las justifican, cayendo en esa contradicción tan propia de los fanáticos de aplaudir o censurar lo mismo según quien lo diga.

Sostener con tanta tranquilidad y sin rubor que el sistema judicial venezolano es equiparable al nuestro y en lugar de criticarlo dirigir un duro ataque a nuestros tribunales (Garzón), es tan repudiable, como inaceptable. Cualquier comparación entre una y otra realidad apostando por la pureza de aquella y apuntando a cierta corrupción de la nuestra, es desvergüenza, no mera ignorancia. Una injusticia de trato que revela que nuestro Poder Judicial ni se ha plegado, ni se plegará a las instrucciones de quienes creen, por su ideología, que todos se han de someter a sus dictados, que basta con indicar un objetivo para que los jueces acudan prestos a fulminarlo, que les es suficiente con referir una sospecha, para que los tribunales dicten sentencias condenatorias eliminando a cualquier opositor. Esa es la justicia venezolana, la que califican de ordinariamente democrática. ¿Es esa la que quieren aquí?

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