Se cumple un año de las pasadas elecciones municipales que dinamitaron los gobiernos locales de mayorías absolutas, dibujando puzzles con varios partidos en innumerables ayuntamientos, entre ellos el de San Vicente del Raspeig. Lejos de reflexionar acerca del mensaje constructivo que el electorado quiso transmitirnos, numerosas voces se apresuraron a augurar el escaso recorrido de los gobiernos plurales. «Ya veremos si se comen el turrón», fue quizá la frase más pronunciada en mayo de 2015.

Hemos desafiado a los agoreros desconfiados. No solo nos comimos el turrón sino que además hemos cumplido un año, demostrando así que los gobiernos de coalición fortalecen el sistema democrático porque respetan la decisión de un electorado que ha decidido diferenciar su voto, y que somos capaces de converger en aras de un fin legítimo común.

Por supuesto que los encuentros nacen muchas veces de los desencuentros entre las distintas opiniones de los que no somos uno sino cuatro partidos, en el caso del gobierno de San Vicente del Raspeig. Pero lejos de hablar de fragmentación es más acertado hacerlo de diversificación, y lejos de hablar de inestabilidad, es más acertado hacerlo de equilibrio, un equilibrio que debe trabajarse a diario como parte del compromiso alcanzado con el electorado. En definitiva, hemos cumplido un año de un gobierno más representativo, capaz de llegar a acuerdos amplios de mayor vigencia.

En San Vicente del Raspeig lo hemos demostrado en este primer año de gobierno plural. Hemos devuelto el ayuntamiento a quien realmente corresponde, la ciudadanía, con políticas y políticos presentes en la vida cotidiana del municipio, haciéndoles partícipes de la toma de decisiones en asuntos tan relevantes como los Presupuestos Participativos, entre otros, y creando los canales de gestión necesarios, a través del CESURE, para que los vecinos puedan hacernos llegar sus quejas y sugerencias. Hemos incrementado las prestaciones económicas a los colectivos más vulnerables, apostado por la gratuidad de los libros de texto con el programa de Xarxa de Llibres. Hemos distribuido más equitativamente las subvenciones deportivas. Hemos congelado el IBI y reducido la tasa de basura. Hemos creado nuevos incentivos para emprendedores y mejorado las instalaciones municipales, el alumbrado público y los servicios básicos como el alcantarillado y la reurbanización de algunas de las calles de nuestro municipio.

Y todo ello lo hemos logrado porque cuando la mejor opción es llegar a un acuerdo, somos capaces de llegar a un acuerdo, desterrando la desconfianza y la creencia malintencionada de que los gobiernos plurales son gobiernos débiles, más bien todo lo contrario.

Cuando la política es cosa de cuatro, las garantías se fortalecen. Los partidos que formamos parte de estos gobiernos nos convertimos en garantes los unos de los otros, dibujando fronteras que no debemos permitirnos cruzar. La transparencia debe ser nuestra bandera y las políticas éticas alejadas de cualquier sospecha de corrupción, por mínima que esta sea, deben formar parte de nuestro ADN político común. Permitir lo contrario debilitaría nuestro pacto y defraudaría a nuestro electorado, ante quien hemos asumido una responsabilidad: la de hacer una política diferente. Para ello es necesaria la creación de una Comisión de seguimiento del pacto, integrada por todos los partidos de la coalición, por encima de las opiniones de los concejales. Pongámonos manos a la obra para blindar una ética común que debe ser invulnerable.

Hemos llegado hasta aquí para continuar por este camino, aprendiendo de lo que ya hemos recorrido, con la mirada puesta en el futuro y demostrando que los gobiernos plurales de izquierdas se traducen en políticas activas orientadas a salvaguardar el mermado Estado del Bienestar, y que el electorado no estaba equivocado cuando confió en nosotros para conseguirlo.

No podemos prever el futuro pero lo que sí sé es que, como alcalde de San Vicente, seguiré trabajando con honestidad, transparencia y empeño, para que el compromiso continúe siendo firme y sólido.