Mañana es el primer y único debate televisado entre los cuatro candidatos a la Presidencia del Gobierno y estoy intrigada ¿Seguirá las mismas pautas que el debate a cuatro de políticas (que no de candidatas) que se realizó en la misma cadena hora y media antes del arranque de la campaña electoral? ¿Se plantearán idénticas cuestiones? ¿La gestión de los tiempos será igual? Por si no lo vieron, les diré que se abordaron, por este orden, los siguientes asuntos: pactos postelectorales, economía y empleo, corrupción, política territorial (léase Cataluña, que la cuestión común de la financiación y las competencias es baladí), política internacional (Venezuela lo primero y ya luego unos segundos para refugiados; a África, ni un pensamiento) y violencia de género.

Esta última cuestión, la de la violencia de género, visto lo visto, no parecía preocupar especialmente ni a la cadena televisiva ni a las representantes políticas. Un asunto tan grave no mereció apenas tres minutos en la cadena que alardea de compromiso social al respecto. «Tolerancia Cero. Contra el maltrato, la fuerza de todos» es la campaña impulsada en noviembre por Antena 3 Noticias y la Fundación Mutua Madrileña. Ya ven cómo se está abusando de la responsabilidad social corporativa, que no es más que un maquillaje que se resquebraja cotidianamente a través de la programación general y se evidencia aún más en estos debates políticos.

De la posición de las representantes políticas, qué quieren que les diga. Me quedé con las ganas de escuchar algo diferente al discurso machacón dirigido a las mujeres víctimas de malos tratos para que denuncien. Por ejemplo, algo referido a qué van a hacer sus formaciones políticas, que era lo que tocaba. Y, sobre todo, me quedé con las ganas de escuchar la apelación por parte de todas ellas a la necesidad de un pacto de Estado contra la violencia machista que desde el movimiento feminista se viene reclamando desde hace tiempo y que se manifestó masivamente en Madrid el pasado 7 de noviembre (donde bien que aprovecharon los partidos políticos para hacerse fotos con sus pancartas). Pero, claro está, eso supondría un principio de cooperación y ya sabemos que éste hace tiempo que dejó de estar vigente (si es que alguna vez lo estuvo) en el espacio público que es la política. Aunque la disputa por los votos debiera ser característica únicamente de este breve y acotado periodo temporal que es la campaña electoral, se ha convertido en un elemento que casi podríamos calificar como estructural y, por tanto, permanente, de nuestro sistema político. Es el mercado de los votos y ahí el principio que rige es el de la competencia. No es sorprendente que algunos programas políticos adopten el formato de catálogos comerciales.