Ahora que el islamista Erdogan, presidente de Turquía, fundador de la Alianza de Civilizaciones junto a su amigo Zapatero, exhorta a las mujeres turcas a traer más niños y niñas al mundo porque controlar la natalidad no es propio de musulmanes y musulmanas (¿y darles alimento, educación, vivienda, seguridad... los occidentales y occidentalas?); ahora que hemos conocido que uno de cada diez europeos será musulmán en 2050 -quizá muchos más y mucho antes- haciendo realidad la añorada multiculturalidad; ahora que la agencia de calificación Moody's sitúa la deuda pública catalana a la altura del envidiable Bangladesh, país musulmán entre los cinco del mundo con mayor porcentaje de esclavitud; ahora que Venezuela podría ser declarado uno de los principales países exportadores de papel higiénico (no sabemos si es usado); ahora que el populismo y la extrema izquierda admiradores de Venezuela preparan el «sorpasso» contra el PSOE mientras éste les tiende dócilmente la mano para que le «sorpassen»; ahora que más allá del bien y del mal solo nos queda Nietzsche antes de pelearse con Wagner por culpa de Parsifal (el festival escénico sacro, no se confundan); ahora que ustedes dos conocen estas totémicas verdades, confieso mi estupor por la lenidad y letargo de gran parte de la sociedad española, incluida la catalana, ante los vergonzosos fenómenos a los que está siendo sometida.

Un desolador aquietamiento, un inexplicable temor, una indigna parálisis ante la continuada provocación de minorías iluminadas, pero muy activas, que toman las calles a su antojo, violentamente en muchos casos, para imponer sus exigencias; que se valen de las instituciones públicas con el único fin de retorcer a su favor los fines para las que fueron creadas; que fuerzan al máximo la legalidad para instalar sus excluyentes postulados a despecho de otras opiniones; que utilizan groseramente medios de comunicación amigos para estigmatizar toda idea o persona que no se acomode a su credo; y que, en última instancia, acaban por dividir a la sociedad española en una cainita carrera hacia el enfrentamiento y la crispación.

Hablamos de una extrema izquierda y un populismo que no tiene el más mínimo pudor en alardear bravucón en todos esos foros ciudadanos persiguiendo con desfachatez, desafiantes, que la sociedad memorice y se pliegue sin condiciones a las nuevas pautas de conducta dictadas por ellos, por el Gran Hermano. Curiosamente (paradojas de la Historia que vuelven una y otra vez enseñándonos las caras del mal), ahora que los dirigentes comunistas de la capitalista China reconocen las enormes catástrofes, los graves errores y abominables abusos cometidos en tiempos de la Revolución Cultural de Mao, ahora, digo, una nueva revolución cultural planea sobre la narcotizada España, incluida Cataluña, venida de la mano de sus nuevos profesores.

De ahí que la sociedad se vea forzada a aceptar como algo normal -tragándose cucharadas de aceite de ricino al modo de los fascistas italianos- que Podemos, EH Bildu e IU inviten y hagan la presentación de honor en el Parlamento Europeo de Arnaldo Otegi mientras este arcángel de la paz (junto a Podemos, EH Bildu e IU) se ausentó cuando se recordaba a las víctimas de ETA. Sin embargo, cuando la Eurocámara aprueba por aplastante mayoría reclamar a Maduro la liberación de los 2.000 presos políticos que hay en Venezuela, IU y Bildu votan en contra y Podemos se abstiene. Qué sarcasmo. De ahí que la sociedad deba aceptar como normal y bueno, purgarse otra vez más, que el arcángel de la paz Arnaldo Otegi sea invitado de honor en el Parlamento catalán agasajado por sus dirigentes y dirigentas. Una nueva humillación no solo a las víctimas, sino a la democracia, al sistema de libertad y de libertades por el que tanto ha luchado ETA con la palabra y el respeto a los derechos humanos. Son los nuevos profesores de la nueva revolución cultural que nos espera. Otro sarcasmo.

De ahí que la sociedad se vea obligada a aceptar como normal y bueno que unos supuestos estudiantes de extrema izquierda revienten en la Universidad de Salamanca un acto de Leopoldo López, padre del líder opositor venezolano encarcelado por el régimen de Maduro, al grito de «fuera golpistas de la Universidad». Días antes, en la localidad asturiana de Siero, grupos de extrema izquierda y populistas entre los que se encontraba Javier Pintado, portavoz de Somos Siero, la marca municipal de Podemos, abucheaba a López en un acto organizado por el Ayuntamiento socialista, con gritos de «asesino?. ojalá se muera tu hijo». Solo había que ver las caras de odio y violencia de esos demócratas de extrema izquierda. Pero Alberto Garzón justifica el encarcelamiento en Venezuela de López por golpista y Pablo Iglesias justifica su detención. Por eso esta semana los chavistas agredieron violentamente a los diputados de la oposición partiéndole el tabique nasal con una barra de hierro a su líder ante la patibularia pasividad de la policía de Maduro, como los nazis de las SA en tiempos de Hitler. Lo normal y bueno. Otro sarcasmo más a soportar por la sociedad. ¿Cuándo reaccionará?