Querido Conseller. A esta altura de la partida, lleva usted un año gobernando, me gustaría comentarle una par de cosillas. Sé que, como usted es buen demócrata, entenderá que no todos pensamos como usted. Razón por la cual, el pluralismo ideológico acampa en las Cortes Valencianas. El pasado 29 de mayo, nuestro Director Toni Cabot y nuestra compañera Victoria Bueno, le hicieron a usted una magnífica entrevista que me gustaría comentar. ¿Me deja, por favor?

Usted decía: «Lo que no me gusta es que se tergiverse la palabra libertad, porque la verdad es que no se estaban manifestando por la libertad, la libertad está garantizada». Comentaba usted esto con cierto nerviosismo. Porque, en definitiva, sí está en cuestión la libertad. Y se lo voy a explicar. Porque es gracioso que usted tenga el concepto de libertad tan atomizado. Solo es libertad aquello que comulga con su propio criterio ideológico. El concepto de libertad individual es, para algunos de nosotros, superior a la libertad mandataria que usted proclama. Ve usted, se trata de que nuestro modelo de sociedad, el que reclama usted, y el que defendemos otros, es diferente. Pero la pregunta sería más fácil: ¿Por qué gobierna usted solo para los suyos?

Un Conseller es de todos o no es. Cuando usted convoca una rueda de prensa y no ha sido capaz de hablar con los interlocutores a los que se va a cambiar el modelo educativo, está haciendo eso mismo que criticó a la derecha. La derecha robó a espuertas. Lo sabemos, con los barracones, con el altar del Papa, y más cosas. Pero usted no puede gobernar para los que lo han votado. Bueno, lo puede hacer, y lo está haciendo. Pero luego, cuando cambie el Gobierno, no se queje de que las normas educativas se cambian.

Usted no cree en una sociedad libre. Cree en un tipo de sociedad donde unos imponen la ideología a otros. Bueno, ya lo sabemos. Ahora solo nos queda saber cuánto tiempo pervivirá ese sistema. Cuando usted es incapaz de reunirse con la concertada de manera honesta, y alecciona a los suyos para que acaben con ese modelo, está haciendo lo mismo que criticó. Un Gobierno para los míos, es la antesala del sectarismo. Cuando no del totalitarismo. Es arrogante envolverse en la Senyera, o en el valenciano, para «moldear» un modelo educativo a imagen y semejanza de los «míos».

Usted es más Marzà que Conseller. Viene usted a la educación con la camiseta de su tribu, antes que con la camiseta del Gobierno de todos los valencianos. Gobernar es difícil, y más aún cuando los «tuyos» te jalean para que maltrates a los que ni te han votado, ni piensan como tú.

Al aparecer Marzà y desaparecer el Conseller de todos, nos encontramos con la política tan propia de una izquierda caduca. Revanchista y poco dialogante. Porque que Marzà no dialogue con los colegios que tienen un modelo educativo que no le gusta es síntoma de esa izquierda revolucionaria que elimina la libertad para someterla al «sentido de país» o de «cultura».

Mario Vargas Llosa escribía ese mismo día en El País una reflexión sobre el libro «Sumisión» de Michel Houellebecq, en Francia. Cito: «Por otra parte su clase política, que ha ido decayendo y parece haber perdido por completo su capacidad de renovarse, no sabe cómo enfrentar los problemas de manera radical y creativa. Esto explica el crecimiento enloquecido del Frente Nacional y el repliegue tribal al nacionalismo de orejeras que proponen sus dirigentes como remedio a sus males».

Da la sensación de que esa cita tan acertada de Vargas Llosa se la puede aplicar usted, señor Marzà. Porque el populismo que anteponen sus compis de Compromís/Podemos solo es descifrable en base a un nacionalismo de orejeras. El que hace bailar al son que toque su charamita. Una sociedad libre no puede tener un Conseller que solo gobierne para sus acólitos. Si así lo hace, que luego no se queje que otros vengan a cambiarle el paso. Somos más los que queremos un pacto por la educación que no dependa de personas como Marzà, y menos del Conseller Marzà. Dos personajes en uno.