Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

¡Cómo está Madriz!

Fue bajar del tren y cumplir el ritual de zamparme un bocadillo de calamares con una cerveza en El Brillante, el célebre bar frente a la estación de Atocha. Y casi sin deshacer la maleta me sumergí en esa ciudad sin límites donde nadie es forastero. Mis viajes madrileños están inevitablemente programados, al menos en ese horario de la tarde en que abren las puertas los teatros; pero vivir en provincias trae eso, especialmente si el motivo del viaje es disfrutar -¡o no!- con avidez de la programación teatral que se intuye no viajará a Alicante. Y un rato más tarde ya estaba imbuido de la paz de La Abadía, ese teatro alejado del circuito tradicional que es visita obligada de los que defendemos un hecho teatral comprometido, estética e ideológicamente; y allí apareció «Ella», mi Concha, nuestra Concha Velasco que ya es ya patrimonio nacional, sumergida hasta el cuello en el personaje de Juana la Loca («No he querido formar parte del mundo de los cuerdos») en la obra Reina Juana: excepcional. Sé que me repito, pero la evolución constante de Concha me asombra. Más de medio siglo subida a un escenario peleando en un auténtico tour de force para abordar en cada trabajo el «más difícil todavía». Digamos que desde Hécuba ha entrado en una nueva etapa que, si dosifica el esfuerzo físico, nos deparará nuevas sorpresas y satisfacciones. Casi un centenar de películas (malas, regulares, buenas y muy buenas), unas cuántas series de televisión -sin olvidar aquella doña Inés frente al tenorio Paco Rabal en el mítico Estudio 1), varios musicales, y su encuentro con el teatro de texto con Buero Vallejo y La llegada de los dioses, a principios de los 70. De chica de la cruz roja a Juana de Castilla, sesenta años de estudio y superación. Juzguen ustedes mismos cuando la vean en su probable gira por España, incluido nuestro Teatro Principal. Pero al previsible interés de la función de Concha se unió la sorpresa de la zarzuela !Cómo está Madriz!, (sí, Madriz con zeta, esa a la que los catalanes llaman Madrit con té) interpretada por el omnipresente en los últimos tiempos Paco León, que no es sino la fusión de dos obras del género chico (La Gran Vía y El año pasado por agua) desempolvadas por el director de moda, Miguel del Arco, con la acertada complicidad de Paco, Paco León, que se pasa la obra en pijama víctima de un sueño que le hace recorrer el Madrid del siglo XIX y principios del XX, en un viaje onírico que le lleva a la inauguración de la Gran Vía madrileña hace cien años, sumergiéndose en un auténtico «Patio de Monipodio» nada siniestro y sí muy crítico. Pero ante todo muy divertido. Por allí parecen todos los tópicos de la España actual, desde los dos Pablo Iglesias a doña Esperanza Aguirre, desde Valle Inclán a Pérez Galdós mezclados con Neptuno, los indignados, cupletistas, putas, gays, chulos, La Cibeles, El Caballero de Gracia, toreros, militares... que conforman un espectáculo lleno de gracia e inteligencia, respetando escrupulosamente la partitura musical. El binomio Del Arco-León ofrece un resultado antológico, muy alejado de las actualizaciones gratuitas que se vienen produciendo desde hace unos años; recuerdo, como muestra, un Don Giovanni en el Liceo barcelonés en el que Calixto Bieito (a veces tan genial) nos presentaba a un Don Juan

La Perla. «Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo de Madrid» (Joaquín Sabina).

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats