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Sin más compañía que la de su hermano está acudiendo desde el lunes Andrés Llorens a la Audiencia, donde se le está juzgando por la adjudicación de unas obras en su etapa como vicealcalde de Alicante. Choca la soledad de quien fuera número dos en el último mandato del PP durante el trago que está pasando acostumbrados a aquellas manifestaciones de apoyo a otros compañeros de partido que se enfrentaron a igual o similar trance, como el mostrado a Camps a lo largo del proceso por sus trajes o las expresiones de ánimo, con ramo de flores incluido, a la exalcaldesa Sonia Castedo. El propio Llorens se desplazó hasta Valencia cuando la exregidora fue citada en el TSJ. Debajo de un árbol próximo al tribunal aguantó una maratoniana jornada en una muestra de lealtad a la exregidora. Un gesto que ahora nadie, salvo una asociación vecinal nada sospechosa de proximidad ideológica, ha querido tener con él mientras sus otrora compañeros, si le han visto, parece que no se acuerdan.

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