Hace unos días se cumplían cien años de la batalla de Verdún, que, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, simbolizaba la división de un continente herido de guerra, exaltado por los nacionalismos, y de cuyas consecuencias sociales y económicas, Europa sólo se recuperará después de la segunda gran conflagración mundial con el afianzamiento de un proyecto común y la consolidación del Estado del Bienestar social. En el centenario de esta batalla, que representaba el enfrentamiento mortal entre Francia y Alemania y que evolucionará a lo largo de siglo hasta la citada pacificación, hemos podido contemplar la imagen de los líderes de los dos países que en la actualidad y casi desde su creación suponen la locomotora del proyecto, François Hollande y Angela Merkel, rindiendo tributo a los caídos que se estiman en unas 371000 bajas militares entre las francesas, entre ellos 60 000 muertos, 101 000 desaparecidos y 210 000 heridos y con un total de bajas en el campo alemán de 337. 000 hombres.

Las consecuencias de la I de la Segunda Guerra Mundial sirvieron para concienciar a los líderes europeos de que era necesario en primera lugar un continente pacificado, y en segundo un proyecto económico común que evitara nuevas rivalidades políticas y territoriales y que llevara al desarrollo conjunto. Comenzó siendo así desde el carbón y el acero en los años cincuenta. Sin embargo, más de 50 años después de los tratados de Roma cabe hacerse la pregunta de si el proyecto europeo, en el por cierto entramos en España de la mano de los gobiernos socialistas de Felipe González (a quien tanto vituperan ahora sin ningún conocimiento de causa algunos miembros de la nueva política), cabe hacerse la pregunta decía, de si ese proyecto ha fracasado, no sólo económica, sino socialmente. A la luz de los acontecimientos está el fracaso de las instituciones europeas en la crisis de los refugiados, a los que se pretendía desviar a Turquía sin ninguna garantía jurídica, en virtud de un tratado que se pretendía firmar por el actual gobierno, que está en funciones sólo para algunas cosas.

No sólo podemos contemplar este fracaso, viendo en imágenes a los refugiados sirios acampar en las islas griegas. En un plano distinto, se nos anuncian nuevos recortes para España mandatados desde la Comisión Europea, sin tener en cuenta los realizados en la actual legislatura, sufridos por los ciudadanos españoles, ni la previsión económica de crecimiento. Ante tal situación nos podemos preguntar ¿qué Europa hemos conseguido después de tantos años? ¿Fueron suficientes las lecciones del siglo XX?

Como comenta el compañero Eduardo Madinaen un interesante artículo que versa sobre el mismo tema, es indiscutible que en la experiencia política de estas siete décadas, están los mayores niveles de desarrollo humano de toda nuestra geografía y nuestra historia. Y que, por tanto, los grandes desafíos ya no están ahí. Pero Europa corre graves riesgos de futuro sino se garantizan derechos básicos como la soberanía económica de los estados miembros, un crecimiento económico sostenible, la cohesión social o la capacidad para ayudar al refugiado político, hijo de guerras como las que sufrimos los europeos.