Cuando llega el mes de junio vuelven las explosiones sobre la plaza de los Luceros, regresan las tradicionales mascletás que auguran la llegada de las fiestas de San Juan que envuelven a todo el mundo de las Hogueras. Sin duda, este es un grandioso espectáculo que a todos los que hemos asistido en alguna ocasión nos sorprende, nos hace palpitar y en definitiva todos sentimos ese terremoto que producen estas explosiones controladas, que generan vibraciones de baja frecuencia contra el suelo y de alta frecuencia, audibles y fácilmente perceptibles.

Este conjunto de vibraciones de alta y baja frecuencia, son totalmente asimiladas sin sensación de riesgo por los espectadores puesto que, al igual que cuando montamos en una atracción de feria, son esperadas. Nuestros niveles de percepción subjetiva de la vibración se relajan y no sentimos el pavor que tendríamos si lo percibiésemos un domingo por la tarde sentados en el sofá de nuestra casa viendo la televisión. Los valores límites de percepción subjetiva de la vibración están cuantificados y limitados por el Código Técnico de la Edificación (CTE), así como por diferentes normativas tanto nacionales como europeas para los diferentes tipos de construcciones. En el CTE se limitan estos valores fundamentalmente para garantizar la comodidad de los usuarios, pero en otras normativas se limitan los niveles de vibraciones para evitar daños en las construcciones (tanto en las de hormigón armado, acero, como las de ladrillo y piedra). Al igual que en el diseño y el cálculo de una estructura se utilizan los niveles de vibraciones generados por un terremoto para diseñar las vigas y los pilares, en una construcción existente se limitan los niveles de vibración para que no se produzcan daños.

Desde hace años se ha especulado con los posibles daños que las explosiones de las mascletás pueden producir sobre la fuente de los Luceros, incluso se han colocado una serie de elementos que protegen a los Luceros de posibles cascotes de carcasas o quizás de alguna otras cosa que más bien no acabo de entender. En realidad los niveles de aceleración (forma de medir la vibración) dañinos que le llegan a la fuente-escultura son sin duda por el suelo al igual que un terremoto le llega a una construcción por la base de la misma.

La escultura-fuente está hecha de hormigón armado, tiene numerosos detalles y relieves especialmente sensibles a bajos niveles de vibración de baja frecuencia (como son los sismos y las voladuras). A simple vista se puede observar que está relativamente deteriorada: armaduras de acero oxidadas y a la vista, sobre todo en la zona de los propios luceros, lo cual aumenta su riesgo al deterioro. Además de todo ello, la escultura está situada sobre una gran losa de hormigón, justo por encima de la estación de metro. Las carcasas que se disparan en las proximidades de esa losa, sin duda, amplifican las vibraciones mecánicas que se transmiten sobre el suelo, actuando esta losa como un tambor amplificando los niveles de vibraciones que llegan a la escultura.

Para afirmar si estas vibraciones son dañinas o no para la escultura, como ingeniero debo basar mis afirmaciones mediante cálculos, experiencias previas y/o registros. No acabo de entender por qué todos los años en estas fechas se debate sobre la posible idoneidad de las mascletás en los Luceros sin hacer un estudio realista del problema. En pleno siglo XXI disponemos de técnicas suficientemente precisas para decir si esas vibraciones son dañinas o no para la escultura.

Por mi experiencia real registrando vibraciones en voladuras, terremotos, paso de trenes sobre puentes, edificios históricos, etcétera, estoy convencido que los niveles de vibración a los que está sometida la fuente no son admisibles con referencia a las normativas que protegen edificios y construcciones frente a posibles daños y deterioro continuado, menos aún con las que hacen referencia al patrimonio o estructuras especialmente sensibles a las vibraciones. Una prueba de este deterioro continuado en la fuente fue la intervención que el mes de agosto pasado ordenó el Ayuntamiento para reparar algunas filtraciones de la fuente, justo después de las Hogueras.

En la Universidad de Alicante hemos realizado estudios similares para administraciones nacionales e internacionales en multitud de situaciones más complejas que esta y no sería ningún problema en analizarlo. Pero si hacemos un estudio, hagámoslo serio, con las técnicas y el conocimiento adecuado, asumiendo que los resultados a los que se puede llegar quizás no sean los que nos gustaría.

¿Qué ocurre si cuantitativamente los resultados indican que las vibraciones de las mascletás son dañinas para la escultura? Las opciones son varias, mover las mascletás a otra plaza o sustituir la escultura por una maqueta en fibra de vidrio que la reproduzca y trasladar la escultura a otro lugar donde no vaya a estar sometida a explosiones cada cierto tiempo.