Alboreaba el año de 1978, nacía en España la Democracia. Con la desaparición de la organización sindical las instituciones, los empresarios y los trabajadores se vieron en la necesidad imperiosa de agruparse y unirse en los diferentes sectores empresariales y laborales de nuestra provincia, por lo que los empresarios alicantinos toman un una decisión y el día 3 de febrero de 1978, se crea oficialmente y se inscribe la Confederación de Empresarios de la Provincia de Alicante (Coepa), como unión de las asociaciones empresariales. Una institución de defensa y salvaguarda de los intereses de los empresarios de esta provincia y por ende de Alicante, fomentando su crecimiento en el conjunto de su Comunidad y en el Estado español, con arreglo al peso específico que merece, que algunos desgraciadamente durante estos últimos años habían olvidado por diversas motivaciones.

No entendemos el trato, la sinrazón, la escasa defensa, el desprecio y la frialdad con lo que algunas entidades, instituciones y personas en los últimos tiempos nos están manifestando y algunos de ellos no ajenos a la propia historia de la Confederación, de nuestra provincia y de nuestra Comunidad.

Entendemos que se han tenido errores, errores algunos compartidos, de una etapa de excesivo clientelismo, en lo que era difícil diferenciar lo público de lo privado, los recursos propios y los ajenos (entre ellos lo público) y esto unido a que en los últimos tiempos, bueno no tan últimos, los dirigentes de la Confederación no han sido los más idóneos ni en la gestión ni en su actitud (a veces prepotente y soberbia) y a los resultados me remito.

Nos encontramos en un situación de salvación in extremis y que, curiosamente, sean la propia Administración valenciana y el propio Ayuntamiento de Alicante los que enarbolen la espada de Damocles, para cercenar con un golpe certero una entidad del prestigio de Coepa, que con nombre propio defendió las empresas alicantinas, llegando a alcanzar la cuarta provincia en el ranking español, para convertirla en un apéndice residual de la Cierval valenciana.

La propia Generalitat Valenciana, a través del Instituto Valenciano de Finanzas, aprobó un préstamo para construir el centro de oficios, necesario para la capacitación de los trabajadores, que con criterios económicos adecuados no se tenían que haber concedido en su día, pero al igual que muchos avales y préstamos otorgados por este banco público. ¿Han sido reclamados con tanta vehemencia y puntualidad? ¿No ha habido algunos con los que sí se ha sido tolerante siguiendo los principios con los que se creó el Instituto Valenciano de Finanzas?

¿Dónde ha quedado ese espíritu del 78, en una etapa en lo que primaba, ante todo, la colectividad y el interés general de nuestros empresarios y de nuestra provincia. Me consta que, aunque con bastante dilación, se empieza a vislumbrar los cambios y estamos en ello para adecuarnos a la situación actual, tanto en las personas, los recursos y la vuelta a ese espíritu.

Para eso buscamos la voluntad de todas las partes intervinientes, a saber, Instituto Valenciano de Finanzas, dependiente de la Generalitat, alma mater, juez y parte de esta autonomía, a la cual debe regir con equilibrio e identidad de oportunidades de sus tres provincias que lo componen. También el Ayuntamiento de Alicante, regido por un concejo elegido por el pueblo para dirigir una ciudad, siempre en beneficio y en destino de la misma y reclamamos también el clamor a viva voz de todas la asociaciones o federaciones o simplemente las empresas singulares, en recuerdo del 78, a esas personas que con ilusión y empeño la crearon se unan para resurgir una Coepa vigorosa y capaz de cumplir los fines para los que se creó.

Sumemos, seamos las personas recordadas por su salvación, no olvidemos que las personas pasan, las instituciones hay que conservarlas, como dice canción: «Siempre hay por quien vivir, por quien luchar. Al final, las obras se quedan las gentes se van, otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual».