Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crónicas precarias

La fiesta hawaiana de la democracia

Llamadme visionaria, llamadme soñadora, pero creo firmemente que deberíamos convertir la campaña electoral en una fiesta hawaiana. Desde ahora y hasta el recuento de papeletas, veinte días ininterrumpidos de despiporre polinésico. Con sus collares de flores, sus ukeleles, sus palmeras y sus cócteles con sombrillita. Nadie puede oponerse a eso. ¡Cada día es un regalo, gocemos del milagro de estar vivos y pongamos a los líderes de los partidos a bailar el hulahula!

Total, ya conocemos a los candidatos y nos sabemos de memoria sus propuestas. Especialmente cuando dichas propuestas se limitan a repetir muchas veces «Venezuela» y «sensatez». No hace falta que los pobres se vuelvan a desgañitar diciendo lo mismo que hace seis meses. Así que, ¿por qué no aprovechar toda esa energía para organizar algo que nos haga dichosos a todos?

Ni mítines, ni debates, ni encuentros con vecinos, ni besar a bebés desconocidos. Todo eso está muy visto y ya no es divertido. Aquí necesitamos camisas con estampados tropicales, piña colada, tucanes... Además, llevamos unos añitos muy duros, nos merecemos darle una alegría al cuerpo (y al alma). Y no me vengáis con que mejor nos ahorramos el presupuesto de la campaña y no hacemos nada. ¿De qué ibais a estar hablando las próximas semanas? Que vuestras vidas no son tan interesantes, no os flipéis. El destino nos ha dado la oportunidad de repetir las elecciones, pero haciéndolo mejor. Con cocoteros y tablas de surf.

En realidad, creo que en los partidos están bastante de acuerdo conmigo y, sin decírnoslo, ya han puesto en marcha su versión de la campaña en modo relax. Yo qué sé, en el PP llevan varios días tuiteando una foto de una raya roja, mucha tensión política no veo ahí. Por cierto, estupendamente pintada la raya, por lo menos a nivel de Segundo de Primaria. Estrellita dorada y Progresa Adecuadamente a sus asesores.

Mientras, Pablo Iglesias se deja entrevistar por adorables niños de mejillas sonrosadas y soniquete repipi al hablar. Épica batalla por la justicia social, así se construyen los sueños. Mi duda es, ¿esos chavales pintarán rayas rojas tan chulas como las del PP? Nunca lo sabremos. Jamás hubiera pensado que la revolución bolivariana empezaría con niños graciosos haciendo preguntas repelentes. Yo lo tengo claro: si me dan a elegir entre gulag o niños graciosos, voy preparando el petate para Siberia. Niños graciosos nunca más, en ningún sitio, contra nadie.

Y fijaos si el espíritu festivo se ha apropiado de la estrategia electoral, que hasta en Ciudadanos han hecho un vídeo parodiando la retahíla de tópicos cuñados que siempre les achacan. Que si políticos vagos, que si España es el mejor país de la Vía Láctea, que si esforzados emprendedores, que si los votantes de Podemos son vagos y peludos? Reírse de uno mismo es sanísimo, muy bien Albert Rivera, mi más sincera enhorabuena por tu giro hacia la comedia. A todo esto, gente del PSOE, haced algo divertido, es urgente. Disfrazaos de perrito caliente, dejad que os entreviste un koala. ¡Algo!

En cualquier caso, como sé que soy una adelantada a mi tiempo y quizás lo de la fiesta hawaiana os parezca demasiado radical, tengo una alternativa: concurso de globoflexia. Ver a los cabezas de lista compitiendo por hacer el mejor globo con forma de caniche se parece mucho a mi idea de la felicidad.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats