Este domingo se celebra el día mundial del Medio Ambiente y, tras un año, el «pacto del Titánic» hace honor a su nombre, porque con su gestión están hundiendo a la Comunitat Valenciana, incluso en un tema tan sensible como es el Medio Ambiente.

«La sostenibilidad no es una palabra vacía ni un eslogan de moda, será el eje director de nuestras políticas», dijo la consellera, señora Cebrián, en su primera comparecencia en Les Corts. Pero la realidad es tozuda, y la de este Consell se resume en palabras bonitas, anuncios vacíos y promesas incumplidas. Promesas como la de una planta de transferencia en la Vega Baja antes de 2016, que hoy no existe. Contradicciones como manifestarse en contra del transporte de basura pero ven bien gastar un millón de euros para llevar basura a Cervera y Algimia d'Alfara por el cierre del vertedero en Onda. Los problemas en gestión de residuos, lejos de disiparse, se agravan a diario.

Y qué decir de las políticas forestales. La consellera dijo que colaborarían a mejorar las condiciones de trabajo de los agentes medioambientales, e incluso llegó a anunciar una ley. Hoy lo único que hay es una propuesta que los propios agentes entregaron en Conselleria para su tramitación.

También dijo Cebrián que iban a «redoblar los esfuerzos en prevención de incendios», pero ni ha habido esfuerzos ni mucho menos el presupuesto. Es más, han separado prevención de incendios de extinción de incendios, y con ello empeoran la gestión. Lo peor es que la situación se ha agravado especialmente durante este invierno por las circunstancias meteorológicas y por la dejadez, desidia y abandono de nuestros montes, de nuestros parques naturales, de nuestros espacios protegidos.

Empezaron con el despido de más de los 200 trabajadores de los parques naturales, un descuido que tuvieron que arreglar el mismo día. A estos trabajadores les dicen que les van a subir de categoría, pero no les dejan hacer visitas guiadas, ni proyectos técnicos, ni limpiar los parques. Y mientras las noticias de abandono de nuestros parques naturales se acumulan sin directores conservadores a día de hoy, y arrastrando un proceso de selección de dudosa legalidad, proceso ya recurrido por colegios profesionales como el de Ingenieros de Montes, y denunciados públicamente por sindicatos como el CSIF.

El peligro aumenta con la decisión de la Conselleria en diciembre de desmantelar la lucha contra plagas. Despidieron a siete técnicos y a las veinticuatro personas que integraban las brigadas de sanidad forestal, una lucha que se ha de combatir durante otoño, invierno y primavera dado el ciclo biológico de la procesionaria o el tomicus. No ha sido hasta hace dos semanas cuando los han vuelto a contratar, pero ya es tarde.

A esto se añade las sucesivas polémicas, por ejemplo ante paralización de obras que se estaban llevando a cabo para aplacar al tomicus y prevenir incendios, o por el abandono patente ya también en áreas recreativas, que convierte nuestros montes en un polvorín.

Y ante estas críticas de sus propios compañeros de viaje, la última ocurrencia del secretario autonómico, el señor Julià Álvaro, quien actúa de conseller en la oscuridad y sobre todo a través de su blog. Se trata de instaurar en la Comunitat Valenciana el sistema de Depósito, Devolución y Retorno, más conocido como SDDR, medida que perjudica a consumidores, grandes y pequeños comercios, ayuntamientos e incluso al medio ambiente, porque sin suponer mayor reciclaje, hace que las emisiones de CO2 sean mayores. Es además un sistema con el que se subirá el precio de las botellas de agua, las de los refrescos, de zumos, cerveza y otros, un sistema en el que no hay reutilización y por el que quien recicla, paga.

El PPCV dejó la Comunitat Valenciana con más del 47% del territorio protegido, 22 parques naturales, más de 300 microrreservas vegetales, además de parajes naturales municipales, etcétera. Sin embargo, la Conselleria de Medio Ambiente del Titánic ha hecho, en menos de un año, que el día mundial del Medio Ambiente nos encontremos con que todo lo verde se ha convertido en una negra gestión, un día en el que poco haya que celebrar y mucho que reclamar.