Las principales ideologías políticas de nuestro tiempo, encuadradas en cuatro grupos en el espectro político de la Unión Europea, reaparecen ahora con fuerza en el escenario electoral actual español ante la inoperancia de algunos gobiernos a la hora de ofrecer soluciones a los problemas que plantea la sociedad actual. Una sociedad machacada por una crisis sistémica que parece no tener fin y que les obliga a buscar respuestas imposibles.

Sin necesidad de entrar en análisis más profundos, estos cuatro grupos lo forman, en primer lugar, el neoliberalismo y el conservadurismo, seguidos del socialismo reformista y de un comunismo residual; en tercer lugar, los populismos y nacionalismos de izquierda y derecha, que resurgen en épocas de crisis social y económica como la que vivimos actualmente; por último, el feminismo y el ecologismo.

En España, el neoliberalismo y el conservadurismo está representado por el Partido Popular (PP) y la formación emergente Ciudadanos (C's). Su ideario se resume en menos Estado social y más libertad de mercado; los conservadores ponen algo más de acento en el orden, la autoridad, la patria y la defensa de los hábitos y costumbres.

El socialismo reformista lo encarna, en esencia, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Izquierda Unida (IU) representa los valores de ese comunismo democrático que aún resiste a duras penas tras la caída del muro de Berlín. Con raíces en la Revolución Francesa, ambas ideologías han evolucionado históricamente, unos refutando los principios marxistas del materialismo y del colapso capitalista, y los otros dando por cumplidas las tareas de la dictadura del proletariado y por terminado el modelo económico de planificación central. Ahora se postulan por una mayor intervención pública y por un capitalismo de Estado.

Los populismos resurgen ahora en España de la mano de una formación, Podemos, que apunta hacia un radicalismo de izquierdas pero también, quizá con una ambigüedad calculada, con posturas ideológicamente conservadoras no reformistas. Su rasgo más característico es la retórica populista y su fuerte contenido moral, donde la sociedad se divide en dos: el pueblo y la casta política, los descamisados y los oligarcas, los pobres y los ricos. En los nacionalismos, los nacionales y los extranjeros.

Finalizamos diciendo que el feminismo, el ecologismo y el pacifismo, sin una ideología clara y definida, buscan estar representados en las fuerzas del neoconservadurismo, el socialismo reformista o en los populismos emergentes. El feminismo actual propone una democracia paritaria, un compromiso dirigido a cambiar los hábitos sociales y culturales que discrimina a las mujeres frenando el reflejo en la vida política de una efectiva igualdad de sexos. Los ecologistas, por su parte, coinciden en proponer una sociedad alternativa que sea sostenible y que cuestione ese modelo de desarrollo dominante capitalista que aboca a la humanidad a la catástrofe.

En este panorama ideológico, los españoles se definirán en las urnas el próximo 26 de junio cuando elijan a unos representantes cuyo objetivo principal será la de encargar la formación de un Gobierno a uno de los suyos (el líder de aquella formación que obtenga el favor de la mayoría) para que nos saque de esta mortecina crisis con o sin equilibrio presupuestario. Algunos estudios sociológicos encuadran a la mayoría de los españoles en un centro izquierda político, una posición ideológica que otrora estuvo encarnada en el PSOE de los ochenta y su modelo socialdemócrata.

Eran otros tiempos, el centro izquierda está ahora difuminado entre socialistas, neoliberales y conservadores, es decir, PP-C's-PSOE, todos reformistas, todos con posiciones centristas que buscan la estabilidad del sistema económico y la defensa de un Estado de Bienestar en proceso crítico de cambio. En este post modernismo en el que ahora nos encontramos, este centro izquierda no es otra cosa que, y disculpándome de antemano por tal expresión, una «metaideología» de raíz capitalista demoliberal.

Por otra parte, IU y las formaciones ecologistas y feministas parecen haber formado un bloque heterogéneo con el populismo radical de Podemos con el fin de conseguir más eficiencia electoral, lo que en la ciencia económica llamaríamos economías de escala. En su programa electoral anuncian poner a España patas arriba, asaltar los cielos, y gravar con impuestos a los ricos para transferir su riqueza al pueblo.

Así que tenemos dos frentes, el histórico centro izquierda representado por los neoliberales, neoconservadores y el socialismo reformista, que no desean encontrar economías de escala y van por libre cada uno de ellos, y los populistas de Podemos y compañía que sí van unidos en su viaje a los cielos y que aspiran al control del sistema fiscal español.

Sin ánimo de ofender a nadie, no descubriremos nada si decimos que las elecciones las volverá a ganar el centro izquierda, es decir el PP-C's-PSOE, que conjuntamente obtendrán mayoría absoluta en el Congreso y que, esta vez sí, la mayor responsabilidad ciudadana les obligará con su elección a formar un Gobierno de alternancia, estable, duradero y reformista. Podemos quedará como oposición hasta que la crisis quede resuelta y a sus líderes se les olvide esa retórica populista que tan bien emplean en los medios y se reencuentren de nuevo con la «metaideología» liberal y capitalista que tan bien arropados los tiene.