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Un año para no recordar

Ya ha pasado un año desde las elecciones municipales y, en cultura (Alicante), todo sigue igual o peor, pues de las expectativas y promesas lanzadas por el nuevo concejal, Daniel Simón, si recurrimos a la hemeroteca y a sus discursos lanzados en las inauguraciones, casi nada se ha cumplido o concretado de lo que prometió.

La Lonja del Pescado, una de las salas más emblemáticas de la Comunidad, se mantiene anodina y sin ninguna proyección, como el MACA y Cigarreras, se sigue sin proyecto, sin presupuesto mínimo para poder gestionarse con coherencia.

Lo normal es que el nuevo concejal analice críticamente lo que ha hecho su predecesor en el cargo, para ver las deficiencias y cómo revertirlas en oportunidades, buscando el apoyo, la información, en los profesionales que han realizado una labor positiva en la gestión de la cultura, para crear los medios para que estos proyectos alcancen una mayor dimensión, dentro y fuera de nuestro territorio. Proyectos a los que una concejalía de cultura debe como prioridad dar continuidad y consistencia, sin exclusión de ningún tipo. Pero qué pasa en Alicante, con cada nueva legislatura, todo se paraliza y volvemos a empezar de nuevo, aunque cayendo en los mismos lugares/errores comunes.

Lo que nos diferencia de Valencia es que en esta ciudad nada se ha paralizado, la sociedad, sus proyectos, siguen activos, en las instituciones públicas y en las privadas. No nos debería extrañar cierta desconfianza desde las instituciones comunitarias hacia la gestión de Alicante. Al nuevo gobierno se le pedía, sobre todo, que cambiara las inercias que nos marginan de los presupuestos de la Generalitat. Y desde Valencia, Generalitat, nos piden proyectos. La gente de Alicante siempre ha presentado proyectos, pero son rechazados sistemáticamente, o cortados sin más, desilusionando al profesional, consolidándose una dinámica de resignación, esto es lo que hay.

Todavía no existe el consejo de cultura que nos prometió. Un consejo basado en el trabajo voluntario, sin remuneración, es decir, amateur, aunque el concejal nos habla de la profesionalización del artista (¡?). Sobre la convocatoria para seleccionar los proyectos de las salas municipales, todavía estamos pendientes de la puesta en marcha de los proyectos seleccionados. Después de un año, el espacio de la sala C de la Lonja, reservado a la cultura contemporánea de los artistas de la provincia, sigue cerrado, todavía no han sacado las bases para seleccionar un nuevo proyecto sobre esta idea que nos había posicionado en Valencia.

En fin, otra vez el ninot en la Lonja... Daniel Simón sin criterios claros está siguiendo el referente anterior. Si estamos intervenidos y no hay dinero para realizar una gestión cultural coherente, sería más beneficioso para la sociedad que este poco dinero se lo dieran a Cáritas o a cualquier ONG, tendría un mayor sentido.

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