A doce días de que comience oficialmente la campaña electoral que culminará en la cita con las urnas el próximo 26 de junio creo que es la primera vez en la que no tengo decidido mi voto. Como mujer y como ciudadana, me siento profundamente decepcionada desde las últimas elecciones generales. Por eso, también es la primera vez en la que me estoy planteando seriamente el voto nulo. Las razones podrían sintetizarse en dos aspectos: la necesidad de pactar y los pactos necesarios. Y en ambos la referencia a los sujetos de dichos pactos no es irrelevante. Más bien al contrario.

Respecto de la necesidad de pactar, es evidente. Ninguna fuerza política tendrá una mayoría suficiente como para conformar Gobierno. Todas saben de sobra que necesitarán pactar, bien de forma activa, bien de forma pasiva, mediante la abstención. Así que lo que yo quiero saber es con quién y qué están dispuestas estas fuerzas a pactar (por acción u omisión), cuáles serán las prioridades y cuáles las renuncias. Y eso lo tendrán que responder, si todo sigue como hasta ahora, ellos. Si, ellos, los hombres que aspiran a ser Presidentes y los que negocian. Y ahí perdemos nosotras, todas. Porque nunca lo que nos afecta mayoritariamente es considerado como lo suficientemente relevante como para condicionar los pactos. Muy al contrario, o es ignorado o es moneda de cambio y, desgraciadamente, se usa para la confrontación política? entre nosotras.

Eso me lleva a la siguiente cuestión: los pactos necesarios. La más reciente evidencia de los mismos la constituye el malestar que han hecho público muchísimas militantes cuando se supo que la coalición de IU y Podemos y las confluencias territoriales se denominaría con el masculino «Unidos Podemos». Bajo este lenguaje, que a mucha gente le puede parecer detalle intrascendente, late algo más profundo: las mujeres no importamos. Que le pregunten si no a Errejón el significado de lo que afirmó esta semana: «Para nosotros es importante la paridad en las listas pero hay que poner los objetivos políticos por delante». Los objetivos políticos son otros, que, ideologías políticas aparte, siempre tienen algo común: son definidos por los hombres. Para poder cambiar esto el pacto necesario es el de las mujeres que tienen conciencia de lo que eso significa. Pacto en el interior de sus partidos, pacto entre las de las coaliciones y, lo que es más difícil, pacto con las de otros partidos.

Sin esos pactos necesarios, la agenda política feminista (al menos una de mínimos, que es común) será relegada en un escenario postelectoral en el que la necesidad de pactar para formar Gobierno se perfila como hecho cierto. Y dar mi voto para que me ignoren?pues va a ser que no.