Lo malo de estos populismos baratos de juerga callejera es que en «cuantico» los dejas te montan una mani de cualquier tipo. Especialistas son en manejar la calle, no a lo Fraga, sino a lo anarco. Las preguntas que aún nos quedan por contestar de este movimiento, que más bien parece una sociedad anónima bien montada, tienen que ver con la incapacidad de determinada gente para vivir en libertad. Sí. Hay un grupo de personas que quieren que nuestra sociedad sea lo más anárquica posible. No son antisistema. Quieren construir un sistema en el que prime el caos, porque es ahí donde se manejan a su antojo.

Que unos señores, o señoras, se instalen en un recinto privado bajo la vieja fórmula del okupa y que los demás tengamos que aceptarlo para que no haya violencia, supone la quiebra del sistema democrático de derecho. Pero ese es el quid de la cuestión. Una amalgama de tonterías estructuradas en sus cabezas que piensan que los demás estamos plagados a sus intereses de colla músico festiva. Que se quiebre la ley para que ellos puedan ocupar los espacios privados, y que además nos parezca bien, no es mi estilo.

La calle en Barcelona echa humo. A la violencia ejercida por algunos no se puede responder diciendo que la policía sea comedida. ¿Qué hacemos cuando la gente destroza comercios, quema contenedores, arrambla con el mobiliario urbano y secuestra la calle? No puedo entender que se respete a personajes que utilizan la violencia y el amedrantamiento como fórmula de forzar su modelo de sociedad. Yo quiero vivir en un Estado que me proteja. Que nos proteja de personas que son capaces de saltarse la ley invocando a una falsa libertad que lo único que persigue es que ellos sean los dueños de sus ideas y de nuestros bienes.

Que una entidad pública haya pagado el alquiler de una casa okupa para que no haya «conflicto» es la constatación de que nuestro Estado no nos protege. Que estamos en manos de unos señores que creen que se puede apaciguar a las bestias dándoles de comer en la mano. Hasta que te muerden la mano, y se comen tu brazo. No estoy diciendo que tengamos un estado policial. Estoy reclamando que se cumpla la ley. Y si la ley no nos gusta, se cambia democráticamente, pero no con pasamontañas y cócteles molotov. Toda violencia ejercida en una sociedad democrática no puede ser repelida por los ciudadanos de a pie. Nosotros no estamos para eso. Para eso tenemos unos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que han de velar por nuestra integridad y por nuestra propiedad. No hemos recorrido el camino de la libertad, desde la dictadura, para que vengan ahora unos cuantos callejeros a imponer su ley.

Los okupas, y sus animadores, funcionan como una auténtica sociedad anónima. Son como asociados que buscan su llegar a sus pretensiones utilizando los medios que hagan falta. Si realmente nos arrodillamos ante esa violencia, o ante su falta de respeto por la propiedad privada, estaremos sucumbiendo a un modelo de convivencia que hará del más fuerte, o el más gamberro, la seña de identidad. Una violencia ejercida contra una sociedad democrática siempre tendrá que ser criticada y combatida. Porque el germen de todos los totalitarismos en nuestra historia más reciente siempre es la violencia callejera.

Usted, querido lector, tiene que ser partícipe de que unos señores que okupan propiedades que no son suyas como reivindicación social o política, son unos delincuentes. Si eso no lo tenemos claro, un día vendrán por usted. Si no tenemos claro que el Estado es la garantía de nuestras libertades individuales caeremos en su red mentirosa de su filosofía colectiva.

Luchemos ahora porque nadie puede salir a la calle con violencia contra el resto de la sociedad. Que nadie olvide como el terrorismo ejerció su violencia callejera también porque sabía que nuestra debilidad era su triunfo. La violencia es la enfermedad de nuestra sociedad democrática. Cada día luchamos para vivir en paz. Pero algunos se empeñan en decirnos que estos chicos no son mala gente. Solo revoltosos. Lo malo es que unos pocos quieren imponerse a la mayoría, y con violencia. Okupas Sociedad Anónima de Violentos.