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Javier Mondéjar.

El Indignado Burgués

Javier Mondéjar

Los días perdidos

Hay culos de mal asiento que siempre añoran el próximo gintonic del siguiente bareto y nunca están completamente a gusto en una fiesta por pensar que podrían acudir a una aún mejor. Son todos aquellos que piensan que la hierba del vecino está mucho más verde que la suya, los que nunca disfrutan con lo propio añorando lo ajeno y para los que la vida es una larga sucesión de contrariedades, donde cualquier tiempo pasado fue mejor que cualquiera que esté por venir. Y, sobre todo, los que son más deudores de la estética que de la ética y que pretenden ser «sublimes sin interrupción» que recitaba Baudelaire.

Para toda esa gente rara rarísima los días van pasando y nada hace suponer que se vaya a recuperar un tiempo que se escapa como agua: «be water, my friend», en palabras del gran filósofo Bruce Lee, también llamado el «Chino Cudeiro». Es posible que se haya producido una disrupción del horizonte espacio-temporal, de tal forma que el reloj no haya avanzado desde los lejanos inicios de la crisis (que no es crisis, que es estafa; bueno, lo que sea). Esa sensación tengo: estamos los mismos, hacemos lo mismo y cobramos menos, eso sí. O diciéndolo de otra forma: somos iguales pero mucho más pobres y un montón de más cabreados, asumiendo que mientras el tiempo no avanzaba, por el sumidero se nos han ido sueños rotos, utopías, revoluciones pendientes y hasta santosgriales. Demonios, si hasta Jacqueline Bisset está hecha una abuela?

Habría que preguntarle a Einstein si esa conciencia de que la historia siempre evoluciona en positivo, que todos hemos tenido alguna vez, no es más que puro engaño y que en realidad caminamos en círculo aunque no somos conscientes de ello. ¿Por qué entonces tengo la sensación de que desde 1980 hasta 2006 (o así) corríamos que nos las pelábamos? Ahora todo sigue igual: Rajoy fumándose un puro; Anguita entusiasmado por la pinza que puede hacer al PSOE para que gane la derecha; el PSOE sumido en su eterna guerra civil; el Ayuntamiento de Alicante sin mover un papel ni barrer una hoja; la organizaciones empresariales por ahí perdidas; la Generalitat en ? (rellenen como quieran el resto de la línea de puntos que yo ya me he cansado). Si quieren les dejo más sitio: ??.

En ese retroceder que nos ha llevado de la burbuja y la Conquista del Espacio a la Inglaterra de Dickens, los más idealistas se han llevado la peor parte. Esos que decían que después de la creación de la Unión Europea ya era imposible que accedieran al poder los movimientos fascistas y xenófobos; los que auguraban horizontes de progreso científico y tecnológico sin límites; los que pontificaban sobre las ventajas de la globalización, esa cosa tan maja que permite que me arruine con las hipotecas basura americanas al mismo tiempo que me deja comprar en China a las tres de la mañana (lo que por cierto he hecho esta pasada madrugada antes de ponerme a escribir).

Como no hay solución para esta interrupción del espacio temporal, a no ser que nos metamos por algún agujero de gusano (si bien lo que sobran en España son gusanos), y como estoy metido en líos filosóficos del tiempo, permítanme que les ahorre perderlo. Ni se les ocurra leerse la última ¿novela? de Vargas Llosa. Ni les cuento de qué va porque no creo que les interese, ni cómo se titula, para no hacer publicidad al bodrio, pero mi reflexión está en la línea de que uno tiene que ser consciente de que hay un momento en el que debe parar y no tratar de hacerse la competencia. Vargas Llosa fue un excelso escritor hasta que el Premio Nobel (y ahora «la china») se lo han comido con patatas, lo mismico que a Cela y su Marina. Al final el escribidor es abducido por el personaje y pretende hacer pasar por fuego inmortal lo que no son más que rescoldos y cenizas de una hoguera (¡toma ya metáfora guapa!).

No creo ya que me den el Nobel de Literatura, pero sería mucho más raro que me concediesen el de Física. Si por un casual la Academia Sueca se acordase de este IB, por favor ruego a mis deudos que hagan desaparecer mi Mac y liquiden mi colección de estilográficas. Ya sé que los ejemplos de CJC y V.LL. deberían bastarme, pero los humanos somos muy caborros. Lo digo por si acaso, que luego todo son prisas.

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