Pese a que trato de no caer en excesos verbales propios de personas amargadas, reconozco que nuestra situación política actual es para echar a correr. Estuve escuchando hace unos días a Mayor Oreja quien, independientemente de tener un discurso brillante, nos dejó a todos hechos polvo por el pesimismo que transmitía, porque su conclusión fue que si queremos un cambio el mismo ha de partir de cada uno de nosotros. Muy bien, pero como diría el del chiste, ¿hay alguien más? Tenemos muy escasa fe en nuestros gobernantes y todo apunta a que estamos avanzando hacia un (des)gobierno a la italiana, aunque parece que el presidente Renzi esta vez está aguantando el tipo.

Los ciudadanos nos estamos desenganchando gradualmente de la política, lo que es comprensible. Lo malo es que esta actitud resulta muy perjudicial y debemos combatirla, porque mientras pasamos del tema otros no pasan y aprovechan para gobernarnos con ideas de bombero-torero. Si miramos a esa abuelita simpática a la par que absurda que gobierna la primera ciudad del país, que se está dedicando a plantar no sabe ni ella misma si lechugas o acelgas en la cubierta del Ayuntamiento de Madrid, y que lo cuenta sin rubor, la única conclusión posible es la que nos dio el otro día el genial Rafael Álvarez «El brujo», a su paso por Alicante. El actor explicaba que Carmena es una performance permanente y que hasta dentro de dos o tres siglos no la entenderemos. Será eso, sí. Posiblemente como Colau, que está permitiendo que el barrio de Gracia se convierta en nido de anti-sistemas, algo con lo que ella simpatiza profundamente desde sus tiempos de militante de algo que nunca experimentó en carne propia, de los desahucios por falta de pago de la hipoteca. No olvidemos que las dos alcaldesas están ahí gracias a los pactos con el PSOE. Ahora este partido atraviesa momentos difíciles, que en parte son producto de algunas malas decisiones previas como ésta de haber apoyado a quienes no eran merecedores de ello.

En cuanto a Alicante, ya saben que continúa el sainete, pero aquí parece que nadie mueve ficha para desmontar este chiringuito, porque todos están encantados siendo concejales, aunque haya que estar a cara de perro. Cada semana votan con quien les parece oportuno, un día Guanyar con Belmonte, C's y el PP, otro día el PSOE con C's. Parece que todo vale y mientras los ciudadanos estamos sumidos en el más profundo desconcierto.