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Jesús Javier Prado

«Papá ¿por qué somos del Madrid?»

Pues la verdad es que no lo sé, hijo. Pero es que ese tipo de preguntas no son para nosotros: somos del Madrid porque sí, coño, y ya está. Hay otros (los del Atleti, pobres?) que se pasan la vida entera teorizando sobre esa cuestión, tratando de responderse a sí mismos con grandes explicaciones meta-filosóficas que encima intentan descifrar el significado del mundo. Pero lo verdad es que esas preguntas se las hace normalmente quien pierde, quien se retoza en su mala suerte permanente, quien tiembla al tirar el penalti decisivo, quien no tiene ni siquiera una, sólo una, copa de Europa.. Nosotros, los del Madrid, no necesitamos preguntarnos nada. ¿Qué culpa tenemos, hijo, si lo tenemos claro desde el principio? Por eso somos los más odiados, lo más temidos, los más pinchados en el 'pay per view', los que pagamos las mayores burradas en los fichajes, los que vendemos más camisetas en las tiendas, los que inventamos el miedo escénico del Bernabéu para atemorizar a los contrarios, pero también para poner nerviosos a nuestros jugadores, al entrenador o al presidente que se tercie. Nuestro hábitat natural es ganar, abrir los telediarios, estar en boca de todos, tener más 'followers' que nadie, ser los más chulos del barrio, que nos critiquen nuestros enemigos (o sea, todos, hijo, todos). Y así todos los días, uno detrás de otro, qué le vamos a hacer. Pero ladran luego cabalgamos, hijo, cabalgamos: estar en lo alto de la cima y a años luz del resto tiene un precio, que pagamos gustosos (será por dinero?). Además, ser del Madrid es una garantía: no sé a dónde llegarás, hijo mío, pero desconfía del director general que te toque en suerte si no acostumbra a pisar Concha Espina: ese no es trigo limpio, te lo digo yo. Y no te digo ya si te va la política: cualquier presidente, ministro, o subsecretario que se precie tiene que saber quién fue Pirri, Breitner, Martín Vázquez, Alfonso, Stielike, Miguel Ángel, Gravesen, Spasic? Y si vas a un restaurante de posibles, fíjate en si está atiborrado de fotos donde se ve a Camacho abrazado al mesonero, o a Marcelo zampándose un cochinillo, o a Ramos descuartizando una vaca (qué se yo, este chico es capaz de cualquier cosa?), significará que comerás con garantías. ¿A quién conoces tú que haya llegado lejos y te hable de Caminero, de Pantic, del doctor Cabezas, de Pizo Gómez, de Arteche? ¿Tú crees que el Bernabéu entero, ese templo, se entregaría a un barriobajero, a un populista, a un montonero de pacotilla, a un chamán como Simeone? Vas a comparar, por dios, vas a comparar...».

«...Así que tú, hoy, tranquilo, que para nosotros una final de la Copa de Europa es como hacer hueco en la mesa camilla del salón a nuestra tía preferida cuando viene a casa de visita: algo que hacemos cada equis tiempo con gusto, sin nervios y porque así lo dice la tradición. Yo creo que pronto se descubrirá el genoma de la cadena del ácido desoxi-ribonucleico que explicará científicamente al mundo por qué somos, con diferencia, los mejores en esta competición, de igual manera que se explicó en su momento por qué los negros son los que más corren y los chinos a los que más se engaña. No te rías, no, que te lo digo en serio. Y es que no es del Madrid quien quiere, sino quien puede. Así que venga, niño, déjate de preguntitas y mientras me fumo el puro, me pongo el gin tónic y encendemos la tele para ir ambientándonos y empezar a disfrutar, ve repitiendo conmigo, que es gerundio: décima, undécima, duodécima?».

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