Que Rosa María Artal sea candidata en las listas aragonesas de Podemos no nos causa sorpresa alguna. Es una decisión muy coherente con su militancia, su toma de posición y su periodismo combativo. Ese que seguimos de cerca a lo largo de los años en Informe semanal. Mucho más recientemente, tras su jubilación (aunque es engañoso hablar de este concepto en personajes tan comprometidos) y si la memoria no me engaña recuerdo haberla visto en un Imprescindibles dedicado a José Luis Sampedro. Ni siquiera se rotuló su nombre. Aparecía reunida, junto a algunas amigas, reflexionando acerca del personaje al que se recordaba. Y la Artal era rotunda. Visceral. Cualquier cosa menos aséptica. Todo lo contrario, por poner un caso, que otras de sus colegas que se trasladaron desde Informe semanal hasta Audiencia abierta. No imaginamos a Cándida Godoy o Zulema Larripa lanzando testimonios contundentes más allá de sus propias memorias profesionales tras sus respectivas jubilaciones. No, realmente no lo imaginamos. Y es que las ideologías no siempre se ven venir. Hay quien dice que van en el ADN del periodista. Discrepo profundamente. Por supuesto que algunos ya se encargan de que se les conozca a un kilómetro. Toman partido e irradian sesgo. Fue el caso de Jorge Martínez Reverte durante su mandato como director de Informe semanal. ¿Pero quién se atrevería a tildar de tendenciosa a Mª Carmen García Vela, la presentadora que más años militó al frente del programa, fundiéndose con su logotipo?
Artal inicia una segunda vida pública (o una tercera, puesto que amén de periodista siempre ha ejercido de ciudadana peleona) que le puede reportar grandes satisfacciones y algún que otro quebradero de cabeza. Pero si hasta el director de Audiencia abierta, Miguel Ángel Sacaluga, firmó una pieza editorializando sobre la figura de Felipe VI, calificándolo de «equilibrista». Hay que mojarse.
