Pese a que la mayoría de las contingencias que pueden ocurrir en una sala de psicoterapia están previstas y reguladas por el Código Deontológico del Consejo General de la Psicología de España, en ocasiones surgen situaciones complejas por sus implicaciones éticas o morales que pueden incitar al debate.

Una de las más controvertidas ha sido destapada recientemente en Holanda. La cuestión giraba en torno a una mujer que había sido víctima de abuso sexual durante varios años. Debido a ello, el sufrimiento psicológico que experimentaba le resultaba insoportable. Realizó innumerables terapias, pero ninguna de ellas logró proporcionarle una mejoría significativa. Por ese motivo, la mujer solicitó la eutanasia. Finalmente, dicho procedimiento fue aprobado por la Comisión Estatal para la Eutanasia de Holanda y los médicos lo llevaron a cabo. Constituyó el primer caso conocido de eutanasia practicada por daños psicológicos y no físicos.

A raíz de ello, la polémica estalló en toda Europa, especialmente en Gran Bretaña, con opiniones que denunciaban esta práctica, asegurando que el sólo hecho de ofrecerla de modo legal, alentaría a muchas personas a llevarla a cabo. Del mismo modo que se cree que la mera publicación de noticias relacionadas con suicidios puede alentar a otras personas a realizar el intento.

También hay quienes piensan que cada persona es libre para elegir lo que desea hacer con su vida y hasta dónde quiere prolongarla, con las implicaciones religiosas y morales que ello conlleve según sus convicciones.

Pero no todos los dilemas morales son tan llamativos. La mayoría, de hecho, tienen mucha menos repercusión mediática. Forman parte de la rutina diaria de miles de profesionales que tarde o temprano se encuentran en una encrucijada. Imaginemos, por ejemplo, el caso de un paciente, a quien le acaba de ser diagnosticado un trastorno de psicopatía. Su pareja, ajena a este hecho, nos pide recomendaciones para saber cómo tratar su extraño carácter. La confidencialidad de la información requiere cautela y, pese a que las directrices del Código Deontológico requieren trascender el secretismo cuando existen riesgos potenciales para terceros, no siempre es fácil determinar si existe dicho riesgo.

Igualmente controvertido es el caso de la paciente que se niega a denunciar a un familiar, por parte del cual ha sufrido abusos. Y paralelamente, dicho familiar acude a consulta.

Cada día nos enfrentamos a situaciones para las que no existe un tipo de afrontamiento unánimamente aceptado, y cada día tratamos de hacer lo correcto, pese a que algunos dilemas humanos, sencillamente, no tienen solución.