No es la primera vez, ni creo que sea la última, que hablo de Repor. Sucederá mientras el programa continúe emitiendo reportajes de excelencia y mientras la cadena que lo acoge siga en sus trece de programar sus contenidos de una manera poco menos que clandestina. En Las redes sociales las carga el diablo el reportero Carlos Enrique hincó el diente a un tema actual, sangrante, de máximo calado social. El de los abusos que se cometen en las redes, de los que todos, en mayor o menor medida, podemos ser víctimas de cualquier desaprensivo.
El trabajo arrancó con un caso tremendo. El del trabajador de un delfinario mallorquín, que se quitó la vida el pasado año poco tiempo después de que se hiciesen públicas unas imágenes en las que, presumiblemente, se le vería ejerciendo maltrato a dichos animales. El protagonista de esta macabra historia, que había usado las redes sociales pocas semanas antes para anunciar su inminente traslado a uno de los mejores delfinarios del mundo en los Estados Unidos, vio truncada su carrera a raíz de la difusión de unos vídeos que alguien con muy mala fe colgó en las redes.
Sin llegar a este desenlace fatal, también el actor Dani Rovira fue víctima de una oleada de insultos tras haber ejercido como maestro de ceremonias de la Gala de los Goya. Repor le invitó a compartir su nefasta experiencia. En poco menos de media hora muy bien administrada cupieron más ejemplos: el de una diputada que se vio sometida a acoso después de que alguien suplantase su identidad en las redes, o el de los propietarios del camping Los Alfaques, cuyo nombre, en los buscadores, todavía está asociado a imágenes insoportables de ver. Repor dio voz a las empresas que se encargan de «borrar» historiales, a quienes se ocupan de proteger los datos, y a los que se ocupan de posicionar alto una marca. Y todo ello se emitió pasadas las dos de la madrugada.
