Cuando el pasado martes, 17 de mayo, leí en nuestro diario un artículo de mi estimado compañero decano del Colegio de Abogados de Elche Vicente Pascual Pascual, lo primero que me vino a la mente fue un refrán, que creo tiene su origen en el Marqués de Santillana y nace de otro más natural «mal de muchos, consuelo es» y con el tiempo se convirtió en «mal de muchos, consuelo de todos», pero a mí la verdad es que me gusta más lo de «tontos», porque tontos somos los que creemos en las continuas promesas que se nos vienen dando a lo largo del tiempo, y recordando promesas no viene mal desempolvar las declaraciones de don Jorge Cabré (ínclito conseller autonómico de Justicia) allá por el año 2011, y que dieron lugar a un pequeño artículo de quien suscribe en este diario en fecha 23 de febrero de 2011 y que intitulé Ni ONG ni hermanitas de la caridad, simplemente abogados.

Al margen del tema del turno de oficio que dio lugar a dicho artículo, el señor Cabré, en sus declaraciones eminentemente políticas de autoalabanza, hablaba de la «reagrupación de los partidos judiciales», así como de «la creación de nuevos juzgados», y decía: «La única manera que encuentra la Justicia para conseguir liquidez es la amortización de plazas, de interinos, y así poder constituir nuevos juzgados».

La historia es muy sabia, querido compañero decano de Elche, y después de más de cinco años estamos igual o peor, si bien, visitando las magníficas instalaciones del Palacio de Justicia de Elche, me entra una sana envidia en comparación con nuestra situación en la capital donde aún tenemos órganos judiciales en alquiler y fuera de las dependencias institucionales. Pero no es cuestión de comparar sino de realismo, ya que cargar a un Juzgado de 1ª Instancia (competencias en materia civil) con casi más de 1.500 asuntos al año, bien sea en Elche, Alicante o San Vicente, es una auténtica barbaridad.

De vez en cuando aparece de visita la señora presidenta del TSJ, acompañada por altos responsables y nos anuncian que a través de un plan de choque, de manera «inmediata» se crearán más juzgados. Pero no sabemos que en el mundo de la Justicia el vocablo inmediatamente no existe y tampoco conocen ese otro refrán que dice «Obras son amores, que no buenas razones», que son precisamente «los hechos y no las palabras las que desvelan al hombre en su verdadera esencia». Y mientras tanto, querido compañero decano, seguimos haciendo artículos, pero creo que ya es hora de pasar a otro estadio de nuestras reivindicaciones, pues al menos a mí se me está acabando la imaginación y sigo sin ver el final del túnel. Y tampoco viene mal recordar aquella frase de Abraham Lincoln: «Se puede engañar a todos algún tiempo y a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo». Ahí quedan las promesas electorales.