Las averiguaciones llevadas a cabo por la UDEF sobre el despacho jurídico Grupo Nummaria de Madrid así como la posterior querella presentada por la Fiscalía Anticorrupción contra este bufete y una treintena de sus clientes por las numerosas irregularidades que se descubrieron, han tenido el sorprendente resultado de que hayamos conocido los tejemanejes -por llamarlo suavemente- que Ana Duato e Imanol Arias, protagonistas de la exitosa serie Cuéntame cómo pasó, llevaban realizando desde hace años con el evidente propósito de pagar a la Hacienda Pública lo menos posible saltándose para ello las normas fiscales a las que estamos obligados todos los españoles.

Si hace unas semanas la investigación periodística puesta en marcha en relación con los conocidos Papeles de Panamá nos advertía que Imanol Arias había tenido una sociedad offshore en la isla de Niue entre los años 1998 y 2000, la bomba mediática que ha supuesto saber que dos de los actores españoles más conocidos y queridos por el público español gracias a esta serie -cuyo carácter entrañable ha sido oportunamente explotado-, hicieron uso de ingeniería contable para tratar de eludir el oportuno pago de impuestos del dinero obtenido gracias a su participación en una serie televisiva pagada con el dinero de todos los españoles, ha generado gran controversia en la sociedad española. Su tributación fiscal en estos últimos cinco años ha tenido como consecuencia la acusación formal de la fiscalía y el bloqueo de sus cuentas bancarias hasta que se esclarezca todo lo acontecido, lo que nos lleva a reflexionar sobre el tenue control que el Ministerio de Hacienda ha ejercido sobre personas con proyección pública que, mientras ganaban generosos sueldos procedentes del erario público y mientras colaboraban con causas benéficas destinadas a erradicar el hambre en el tercer mundo o incluso participaban en campañas televisivas sobre la necesidad de cumplir fielmente con nuestras obligaciones fiscales, al mismo tiempo, decía, evadían la máxima cantidad posible de sus obligaciones fiscales.

Se enfrentan los dos actores a dos problemas graves. Por un lado, la misma existencia de la serie queda en entredicho toda vez que si ya resultaba desproporcionado el gasto que para RTVE suponía cada capítulo -con un coste medio de 853.000 euros por programa-, tras saber ahora que los dos principales actores así como la productora que dirige el marido de Duato crearon varias empresas -con rimbombantes nombres en inglés- destinadas a evadir dinero del fisco, su presencia en la pequeña pantalla avivaría el recuerdo de su presunta defraudación de impuestos. Por otra parte, las excusas que dio Ana Duato a la entrada del juzgado para recoger su citación en la única declaración que ha hecho, de apenas unos segundos, cuando dijo que no sabía nada y que se sentía engañada por su asesor jurídico (todo un clásico), no sirvieron para alejar su responsabilidad del entramado societario que ambos construyeron por indicación del despacho Nummaria, que poco tenía de gabinete jurídico y mucho de laboratorio de ideas para tratar de engañar a Hacienda.

Lo primero que hay que dejar claro es que aunque algunas asesorías jurídicas se publiciten y traten de captar clientes vendiendo la idea de que utilizando subterfugios de la ley se pueden pagar menos impuestos, la realidad de nuestro sistema jurídico debe imponerse. Resulta del todo falso que podamos ver disminuida la cantidad que debemos pagar a Hacienda contratando los servicios de supuestos expertos en Derecho Tributario. Si hay algo claro y riguroso en el mundo del Derecho, así como en la ejecución del mismo gracias a los adelantos informáticos, es el Derecho Tributario.

Por todo ello, que Ana Duato e Imanol Arias se hayan escudado en un supuesto engaño del principal responsable del despacho, Fernando Peña, como causa principal de sus problemas con la Audiencia Nacional de Madrid resulta de muy difícil aceptación. En primer lugar, porque de los miles de asesores jurídicos especializados en materia tributaria que debe haber en España, el despacho Nummaria tenía una clara orientación encaminada a la defraudación, tal y como recoge en su escrito la fiscalía y las investigaciones de la UDEF; no ha sido ninguna sorpresa para la policía ni para Ismael Moreno, juez competente de la Audiencia Nacional, lo que han encontrado en el registro que practicaron en Nummaria. Tampoco casualidad que los actores y el propietario de la productora de la serie eligieran a Peña para que les llevase sus cuentas: la intención de pagar lo menos posible era muy clara.

En segundo lugar, si tanto Ana Duato como Imanol Arias hubiesen querido evitar cualquier problema con el fisco todo lo que tendrían que haber hecho es pedir cita en Hacienda durante el periodo voluntario de presentación de la declaración de la renta para que algún funcionario hubiese aplicado las reglas informáticas tributarias oportunas, resolviendo su cita anual con Hacienda en unos minutos. Eso sí, la cantidad total a pagar a Hacienda hubiese sido mayor, es decir, la que correspondía.

Subyace, además del hecho defraudatorio en sí, el mensaje que se envía a la sociedad cada vez que una persona conocida es investigada por un caso parecido al que hoy nos compete. Se puede extender la idea en la sociedad española de que si los llamados a mantener un nivel ético acorde con su popularidad hacen todo lo posible para defraudar y sólo en el caso de que su actividad infractora sea conocida por la ley deciden cumplir con sus obligaciones -además de pagar una multa-, algunos ciudadanos de laxa moral pueden también imitar este comportamiento y entender como normal algo que en cualquier sociedad que se precie de ser avanzada y culta debería ser desterrado de la esencia democrática.

Mientras esperamos la resolución judicial de este caso algunos recordamos la campaña mediática que Imanol Arias hizo hace unos meses para recaudar fondos a favor de UNICEF en defensa de unas condiciones de vida mejores para niños de países en guerra o aquella otra de Ana Duato pidiendo a los contribuyentes que marcaran la X solidaria en la declaración de la renta del año 2014. Sin comentarios.