Mucho se ha hablado sobre la herencia dejada por el anterior gobierno de la Generalitat, la situación en la que se encuentran las arcas autonómicas y los escándalos que han acabado en los tribunales. Pero puestos a analizar la gestión, hay un asunto que podría ocupar el primer puesto en la lista de los «debes». Y no es otro que los miles de escolares de toda la Comunidad Valenciana que han pasado años y años en barracones por el simple hecho de que los dirigentes populares preferían invertir en grandes fastos e infraestructuras faraónicas de dudosa rentabilidad, antes que destinar dinero a la construcción de colegios. El Bracal de Muro es uno de los ejemplos más sangrantes, con 700 escolares que ya llevan ocho años esperando su nueva escuela y que ahora, por fin, empiezan a ver la luz al final del túnel. Que así sea.