Las estadísticas gubernamentales confirman que a fecha 13 de mayo son 18 las asesinadas por el terrorismo machista y todavía hay 4 casos más en investigación. Eso sin contar a una niña y sin incluir a otras 5 mujeres asesinadas por hombres con quienes no habían mantenido ninguna relación de pareja y a otras 4 asesinadas por hombres que habían pagado por sexo con ellas. Sumen: 32 asesinadas por el hecho de ser mujeres ¿No resulta escalofriante?

De ellas, tres han sido asesinadas en esta última semana pasada en Zaragoza, Santa Cruz de Tenerife y Canyellas (Barcelona). La misma semana en que la Audiencia Nacional, avalando la postura rebelde del Gobierno frente a una resolución condenatoria de la ONU en 2014, ha denegado la indemnización a Ángela González Carreño, cuya hija fue asesinada por el maltratador de su padre en un régimen de visitas que jamás se tenía que haber acordado por los tribunales porque un maltratador no puede ser un buen padre. La misma semana en la que, al día siguiente a los dos últimos crímenes machistas, la Delegada del Gobierno para la Violencia de Género se atreve a cantar las alabanzas de su Gobierno alardeando del «descenso de víctimas con resultado de muerte». Con 32 asesinadas o con 18 «contabilizadas oficialmente» y 4 en investigación en lo que llevamos de año, con dos cadáveres de mujeres todavía calientes ¿cómo se atreve hacer estas declaraciones?

Cuando ETA asesinaba ¿recuerdan que al día siguiente la Delegación del Gobierno para la violencia etarra hiciera esas declaraciones? No, claro que no. La lucha contra el terrorismo de ETA era una prioridad en la agenda política estatal y, en consonancia con ello, era no sólo el Gobierno en pleno, sino todos los partidos políticos los que aunaban sus esfuerzos en la lucha contra la violencia etarra. Impensable que el Gobierno guardase silencio y delegase este desafío político en un cargo unipersonal dentro de una Secretaría de Estado de un Ministerio, que es lo que ocurre con el terrorismo machista. Tras los terribles años de la Transición, 1987 fue el año más sangriento hasta que ETA dejó de asesinar en 2010, con 52 víctimas mortales, 21 de ellas en el atentado de Hipercor. Desde 2003, en que hay estadísticas oficiales del terrorismo machista, no hay año en que no se supere esa cifra: 71, 72, 57, 69, 71, 76, 56, 73, 61, 52, 54, 54 y 60, que es el balance oficial de 2015.

Los terroristas de ETA mataban en defensa de una idea: la de poseer un Estado. Los terroristas machistas matan en defensa de una idea: la de poseer una mujer. En ambos supuestos se trata de un desafío político a nuestra democracia. No se burlen de nosotras.