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Maisonnave Abierto Ya

Teníamos razón y lo dijimos, una y otra vez. Y lo repetimos cientos de veces. Más de mil. Lo explicamos y lo defendimos en distintos foros. Soportamos, incluso, actitudes intolerantes como cuando el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, no permitió que nuestra propuesta se debatiera en el último Consejo Local de Comercio. No lo consintió de ninguna manera. Sin embargo, no pudo evitar que defendiéramos en el Pleno municipal nuestra propuesta para la restauración de la libertad horaria de los comercios en domingos y festivos.

Teníamos razón y ese convencimiento fue la mayor de nuestras fuerzas. Lo dijimos en el Pleno: «No tendremos aquí la fuerza de los votos, pero tenemos la fuerza de la razón», y con tres palabras definimos nuestra propuesta: «Maisonnave Abierto Ya». Había que volver al «modelo Maisonnave» de libertad de horarios los domingos y festivos, de impulso de un turismo donde comercio y hostelería crecían de la mano, y seguir trabajando hacia una libertad comercial en la ciudad con aperturas estacionales en el resto de centros comerciales; inicialmente en los meses de verano y en Semana Santa, al igual que se está haciendo en el resto de capitales de provincia de nuestro país. Y, todo ello, con planes consensuados lo máximo posible y de impulso al pequeño comercio.

Teníamos razón. Lo sabíamos y lo supimos siempre. No podía ser que la postal de Alicante en los domingos cambiara de una ciudad dinámica y repleta de visitantes a la de calles mudas y sin personas. Esto último es el único logro atribuible a nuestro alcalde en once meses. Y se equivocó el tripartito pensando que con actitudes extremistas se puede construir una sociedad. Porque, señores y señoras del gobierno de Alicante, el camino más rápido hacia la liberalización del comercio en nuestra ciudad nunca puede ser partiendo del extremo contrario. Defender la liberalización partiendo del cierre total es un planteamiento absurdo de origen.

Y teníamos razón cuando afirmábamos que en una sociedad como la nuestra, con necesidades tan cambiantes, el futuro del comercio pasa por su total liberalización. Así pues, nos encontramos en una etapa de tránsito de un modelo comercial a otro, pero no compartimos que la forma de hacer que una gran superficie negocie un acuerdo laboral sea obligando a cerrar de manera injusta y causando un grave perjuicio a los consumidores y a los empleos que su apertura generaba.

Y, también, teníamos razón cuando antes de que saliera el informe de la Abogacía de la Generalitat, ya advertimos de que el cierre comercial de Maisonnave tendría serias consecuencias jurídicas por anular injustificadamente los derechos de libertad horaria. Sin embargo, el primer edil hizo caso omiso de las advertencias y cercenó la libertad de horarios comerciales que había sido aprobado en 2013 por el PP. Echávarri se empecinó en su desacertada decisión de prohibir las compras los domingos en una de las arterias principales de Alicante. Y una vez empezó a ser consciente de su grave error llegaron los volantazos más propios de las 24 de Le Mans. Un día, retaba a la ciudad a un «todo o nada de libertad comercial», a un «o lo tomas o lo dejas»; y otro día aceptaba debatir sobre la libertad comercial en el Consejo Local de Comercio. Pero esos compromisos tenían fecha de caducidad, cuando al poco tiempo volvía a cambiar de criterio y decidía impedir el debate. Así se ha gestionado un asunto de importancia capital para nuestra querida ciudad. El desenlace es conocido por todos, cada día que pasaba el alcalde Echávarri se fue quedando más solo, hasta que el presidente de la Generalitat y de su propio partido, Ximo Puig, le dio la puntilla y decidió desautorizarle. La Yenka ha dejado de sonar y la fiesta ha terminado.

Teníamos razón, señor Echávarri. Lo afirmo con todo el respeto, como también digo que hay que retomar con responsabilidad el diseño de un modelo comercial para la ciudad y trasladar el «modelo Maisonnave» que impulsamos. Por cierto, el alicantino Eleuterio Maisonnave, alcalde de Alicante, diputado en Cortes y ministro durante la Primera República, fue uno de los adalides del liberalismo. Desde su cargo de alcalde se preocupó de los problemas locales y de la mejora de los servicios públicos. Eso es lo que se espera de nuestros gobernantes. Eso es lo que esperamos todos. Y es, precisamente, porque lo importante es Alicante por lo que siempre supimos que teníamos razón.

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