Un fantasma recorre Europa, el fantasma del miedo, del rechazo al diferente, el de abandonar a miles de refugiados que huyen de los bombardeos, del hambre. Que negocia sigilosamente un acuerdo transatlántico que beneficiará especialmente a las multinacionales y poniendo en riesgo derechos sociales. Esta Europa no tiene nada que ver con lo que diseñaron los «padres» de la Unión Europea, y en momentos que existe la posibilidad de que el Reino Unido la abandone.

Y en esta etapa inquietante, preocupante, una muy buena noticia. Los londinenses, 8.500.000 habitantes, eligen por el 57% de los votos al candidato laborista: Sadiq Khan, 46 años, abogado defensor de los derechos humanos, y musulmán practicante, hijo de paquistaníes. En Londres la mayoría de la ciudadanía venció los prejuicios, la política de extrema derecha, que como suele pasar, en la práctica coincide con otros extremistas; para el llamado Estado Islámico, Khan es un hereje que les gustaría degollar.

Khan es un ejemplo que nos dice que la convivencia entre personas de distintas religiones es posible, y más aún, Khan es hijo de un conductor de autobús y de una costurera; siete hermanos, durmió en una litera hasta los 24 años, estudió en escuelas públicas y se graduó en una Universidad ajena a las elites, en donde se educa a los cuadros que administrarán el poder, el político y el económico. Khan agradeció el haber sido elegido diciendo entre otras cosas que se había hecho posible lo imposible. Pues fue posible, una bocanada de aire fresco.

Han llovido ya las críticas y hasta las mentiras más absurdas, como que su esposa, al día después de las elecciones se había puesto el hiyab (pañuelo que cubre la cabeza y el pecho); se distribuyó una foto que era falsa. A todo esto el candidato laborista durante la campaña no ocultó que era un musulmán practicante, a pesar que en Londres sólo una persona de entre ocho es musulmán. Del otro lado del Atlántico el ya candidato republicano Donald Trump que propone impedir que un musulmán pueda entrar en los Estados Unidos, ha dicho que con Khan está dispuesto a permitirle que visite el país. La respuesta fue inmediata: no acepta ser una excepción.

Uno de los proyectos del nuevo alcalde es la construcción de viviendas sociales, un grave problema en la ciudad. No olvida que nació y vivió gran parte de su vida en una vivienda de protección social. Europa debería mirarse en lo acontecido en la capital del Reino Unido. Se trata de todo un ejemplo, de que las cosas se pueden hacer de otra manera. Que las políticas del Estado del Bienestar significan convivencia, progreso, más libertad, más seguridad. Es urgente que la experiencia de Londres se generalice.