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Marc Llorente

Apuntes afilados

Marc Llorente

Ahora más que nunca, ¡bravo!

Son una verdadera lata. Una cosa muy molesta que requiere gran esfuerzo y previa preparación. No le gustan, y siempre que puede prescinde de ellos... Mariano Rajoy prefiere tirar cohetes y visitar mercados afines en vez de participar en debates políticos. Solo cuando ya se ve forzado por las circunstancias acude a duras penas y sin ninguna voluntad. Odia rendir cuentas a nadie y le cae gordo ponerse a debatir con otro aspirante u otros candidatos a quitarle el puesto que con tanta gloria ha defendido. Eso es suficiente para seguir en el sillón presidencial y no tener que pisar la arena y batirse en el ruedo de un plató con cualquier pernicioso deslenguado. Su gente le quiere. Le vota y va a seguir votándole por sus benditas acciones como dios del Olimpo en tiempos difíciles. Por supuesto, se deben proteger los paraísos fiscales y el fraude para que los inversores importantes regalen precariedad a los sufridores de siempre. Él y los suyos están limpios de polvo y paja. Luchadores infatigables contra la crisis y las diferentes formas de corrupción. Fieles a los principios del movimiento popular en funciones y a las órdenes de las élites, como el sentido común manda, y de la mercantilista Unión Europea, cuyo día 9 acabamos de celebrar con banderas victoriosas. No, no. A Rajoy no le hace falta acudir a debates para obtener el triunfo. En ese terreno puede perder más que ganar puntos. Aun así, acudirá a empujones si no tiene más remedio. Se pondrá los guantes, esquivará los puños e intentará dar golpes bajos a esos que quieren destruirlo todo y borrarle del mapa de la política. A él, que apuesta por la concordia, según se ha comprobado durante una legislatura a favor de los desprotegidos, y que defiende la esperanza de la moderación, la cual consiste en el progreso económico de las clases altas para que lancen cacahuetes a la ciudadanía. Esta es la forma de afianzar la recuperación y consolidar la creación de empleo. Y nada de coger el camino de la «incertidumbre, inestabilidad e inseguridad» de otras fuerzas. Tras el saqueo, los abusos y las manos sucias, «Ahora más que nunca, España en serio». Un poco más. ¡Bravo!

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