Cada vez resulta más frecuente que acudan a las consultas de psicoterapia personas jóvenes con dificultades en habilidades sociales relacionadas con la necesidad de valoración externa en las redes sociales. Se trata esta de una modalidad de dependencia emocional en la cual, la satisfacción personal depende del número de Likes que su foto obtiene en Facebook, o la cantidad de visitas y comentarios para su video en Youtube, o la repercusión del cambio de imagen de perfil en su cuenta de WhatsApp. Asistimos, por tanto, a un panorama social con unas reglas nuevas, donde también tienen lugar alianzas, bullying o acoso escolar, liderazgos, etc. Pero, en esta ocasión, bajo la dirección de esas plataformas internacionales que gestionan, definen y delimitan nuestras relaciones.

La apariencia física, y la importancia que a esta se le concede, también se modifica al depender de fotografías y de la pericia del usuario para transmitir con ellas exactamente lo que pretende. La búsqueda de popularidad se desplaza al terreno virtual de forma cada vez más acusada, y las relaciones, tanto amistosas como de pareja, se crean, se desarrollan y terminan a través de estos mecanismos digitales. El abanico de personas a las que pueden conocerse se amplía prácticamente a cualquier habitante del planeta, lo cual expone al joven a influencias que ya no pueden ser controladas por los padres. De este modo, la mayoría de las teorías de grupos que diseñaron los sociólogos del siglo XX requieren de una actualización.

Resulta por todo ello urgente, que los profesionales desarrollen medidas para fomentar la educación en estos medios y, para ello, se recomienda que se apoyen en los conocimientos que los propios jóvenes tienen sobre este medio, ya que probablemente son ellos los expertos idóneos. A partir de esos conocimientos y experiencias, el debate y el manejo de la actitud crítica podrán servirnos para establecer mecanismos sanos de uso.

La necesidad de valoración externa puede convertirse en un trastorno de dependencia afectiva. Asimismo, la comunicación entre líneas que habitualmente se esconde en muchas publicaciones, aparentemente «para todos», pero con señales específicas para una persona en concreto, que sólo ella las reconocerá, nos dan una muestra de la complejidad de este nuevo canal de comunicación, y nos hace pensar en cómo el mensaje está absolutamente condicionado por el medio que lo transmite. Cómo se relaciona la soledad física con la compañía virtual, el fracaso personal con la popularidad online. Este es el apasionante reto que se nos plantea, al que no debemos temer, siempre y cuando no olvidemos seguir mirando a las estrellas.