El documento del Papa Francisco «La alegría del amor», sobre la familia, que acaba de publicarse en castellano abarca rodos los aspectos que tiene el amor matrimonial y familiar. Hace una descripción de este amor en su dimensión más genuina en los capítulos cuarto y quinto de su documento.

En el capítulo cuarto se centra en el amor cotidiano, conyugal, apasionado y transformador. Mientras, en el capítulo quinto expone lo que es el amor fecundo, como acogida de una vida nueva y ampliada.

Vamos a comentar en diez putos sus ideas principales.

Primero, el deseo de familia es permanente y vivo.

Segundo, es necesario proponer los valores atractivos que tiene el matrimonio y la familia.

Tercero, siguiendo los textos bíblicos, hay que dar consejos prácticos a los esposos para afirmar el matrimonio, y afianzarlo.

Cuarto, el Papa destaca que los roles de padre y madre son fundamentales en la educación de los hijos y hay que evitar la disminución del hombre o de la mujer.

Quinto, no podemos entender la disminución erótica del amor con un mal permitido por Dios, pero hay que evitar la obsesión por el sexo y las desviaciones de loa sexualidad.

Sexto, la educación integral de los hijos es obligación gravísima, a la vez que derecho primario de los padres. El Papa dedica particular atención a la educación en la Fe y la necesidad de educar sexualmente a la familia.

Séptimo, las familias numerosas son una alegría para la Iglesia, pero la fecundidad no consiste solo en procrear sino que se necesitan familias abiertas y solidarias.

Octavo, hay situaciones excepcionales. «El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre, pero si alguien ostenta un pecado objetivo como si fuese parte del ideal cristiano, no puede pretender predicar o dar catequesis».

Noveno, el Papa deja abierto un debate para revisar qué formas de exclusión deben evitarse en el ámbito educativo e institucional.

Décimo, el documento del Papa se cierra con un capítulo dedicado a la espiritualidad matrimonial, familiar, en que una comunión familiar es verdadero camino de santificación. La familia, rectamente vivida, lleva a la cumbre de la vida espiritual.