Los guionistas de "Cuéntame cómo pasó" deben de andar inquietos. La realidad puede haberles superado, pero literalmente. Me explico: Imanol Arias y Ana Duato, que dan vida al matrimonio Alcántara en la veterana serie de TVE, han sido citados a declarar por presunto fraude fiscal y blanqueo de capitales.

Tendría mucho morbo, puestos a fantasear, que el final de la serie que viene contando la historia de España desde los estertores del franquismo se viera precipitado al acabar su pareja de protagonistas sentados -en la vida real- en el banquillo de los acusados por presuntas sociedades opacas.

Vendría a ser un fiel reflejo/metáfora de un país, esta España nuestra, que amanece a diario con nuevos e ilustres "investigados" -antes imputados- en casos de corrupción y delitos varios.

Hace poco nos sorprendía ver, entre otros, a Almodóvar envuelto en los líos de los papeles de Panamá. Sí, él, uno de tantos artistas que en su día le hacía la ceja a Zapatero, del que después renegaría. Donde digo José Luis, luego digo Pablo. Qué más da, al fin y al cabo las chaquetas están para cambiárselas.

Lo que no tiene sentido ninguno es que los mismos que ponen el grito en el cielo por las tarjetas black ("si fuese preferentista, después de lo de las tarjetas, a Blesa y a Rato les cortaría el gañote", llegó a decir Almodóvar), por los recortes del PP, por la corrupción y que claman por una bajada del IVA cultural, se descubran al final de la película como evasores de impuestos.

Los cómicos provocan risa; los actores fingen bien y los directores de cine nos evaden a otros escenarios. España, un país de artistas.