1580. Europa resuena en Buenos Aires. Juan de Garay, hidalgo, es el gobernante (1528-1583) de la nueva etapa y buscan patrono para la ciudad. La Crónica narra el hecho de la siguiente forma: introducen en la bolsa nombres de santos españoles y proceden a la extracción. El primero en salir sería el titular. Sorpresa: se llama Martín, húngaro, obispo de Tours (Francia) de popularidad europea. Resultó que este nombre no lo habían introducido y decidieron repetir la búsqueda de un patrón: volvió a ganar. Rendidos ante la evidencia espiritual, fue incorporado como patrono-protector y pasó a ser bonaerense. Los católicos celebran la festividad de Martín el 11 de noviembre; los ortodoxos-orientales al día siguiente. En el siglo XX, Mario Bergoglio, italiano, emigra a Buenos Aires. En 1936 nace Jorge. 2013, en marzo, el cardenal, sucede a Pedro y adopta el nombre de Francisco: su intención es volver al Evangelio, nueva humanidad y servicio. 2016, Unión Europea: el Consejo de Europa dedican el «Año» a Martín e inauguran la ruta de su nombre que arranca en Francia y termina en Hungría. Francisco regresará a su ciudad natal y recordará su proyecto «Evangelizar Buenos Aires».

El 22 de marzo de 2013 escribí: «Papa Francisco: misterioso e inefable», especificando que «dentro de él anida un duende». En el 2014 señalé una pista: Francisco citó en Estrasburgo, en el Parlamento Europeo, a los «celtas» entre las fuentes de la cultura europea. Los «celtas», en tiempos del Nuevo Testamento, ocupaban la zona de Galacia, provincia del Imperio romano, ubicada dentro de la actual Turquía. Pablo, ciudadano romano, nació en Tarso, fuente de filósofos estoicos (visión universal), el apóstol, y fundó la comunidad cristiana. Después les envió carta a los «gálatas», les enseñó cristianismo reformado: «Ya no existe ni judío ni gentil, ni esclavo, ni libre, ni hombre ni mujer, en Cristo todos somos uno». Hoy tema global. En el siglo V desapareció el Imperio Romano de Occidente. El núcleo cultural cristiano de Europa se instala en Irlanda, aceptan el Evangelio liberado de adherencias romanas. Conservan su lengua: el gaélico. Monjes celto-irlandeses, por voto, peregrinan y desembarcan en el continente. En Italia fundaron el monasterio de Bobbio (Lombardía, área donde en el siglo XIX nacerán Juan XXIII, santo, Pablo VI, beato: reformistas). Francisco, de espíritu reformista, vuelve a los orígenes.

Año 800. Roma. Navidad. En San Pedro, León III corona emperador a Carlomagno. Corona de Hierro. Nace la Europa cristiana. Savia nueva. El 6 de mayo de 2016, Francisco, «Conciencia del Mundo, Paz», es Premio Carlomagno. Ahora toman cuerpo histórico las palabras que dijo Schuman en 1954: «Por primera vez, en mil años, se nos ha dado la oportunidad de reconstruir Europa espiritual y materialmente, no la tendremos de modo indefinido. Europa se convertirá en factor de equilibrio y de paz en el mundo».