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Desde mi terraza

Luis De Castro

Centenarios

Como es sabido estamos conmemorando el 400 aniversario de la muerte dos de los más grandes escritores de la historia, Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Y tanto en España como en Gran Bretaña se suceden las representaciones teatrales de sus obras y la reedición de la producción literaria de ambos genios, todo ello amparado por las administraciones y los teatros públicos, en cuanto a grandes producciones (ahora mismo podemos ver la cervantina Numancia en Madrid) y también producciones más humildes acometidas por empresas privadas; hace unos días pudimos ver en Alicante una magnífica representación de Rinconete y Cortadillo, y pronto tendremos aquí a Rafael Álvarez «El Brujo» con un espectáculo sobre El Quijote. Pero hay otras celebraciones a resaltar; el madrileño teatro Reina Victoria ha sido comprado por Carlos Sobera. El conocido presentador vasco, profesor de derecho, actor teatral y empresario de varias empresas audiovisuales, ha desembolsado nada menos que siete millones de euros para hacerse con la propiedad de uno de los teatros de más tradición y prestigio de Madrid, cumpliendo así la ilusión y el sueño de muchos actores españoles, como hiciera unas décadas atrás la desaparecida Lina Morgan con el teatro de La Latina. Y el bueno de Sobera, que cae bien a todo el mundo, ha elegido para la reapertura de su teatro la obra Cinco horas con Mario del vallisoletano Miguel Delibes, justo a los 50 años de ser publicada, y que ha sido catalogada como una de las 100 mejores novelas del siglo XX, siendo el mismo Delibes quien realizó la versión teatral que hace 36 años estrenara el mismo triunvirato que ahora la retoman: la actriz Lola Herrera, la directora Josefina Molina y el productor José Sámano. No es la primera vez que autores fundamentales de nuestra historia literaria llegan al gran público gracias a prestigiosos artistas, el mismo Joan Manuel Serrat dio a conocer popularmente a Antonio Machado y Miguel Hernández con dos discos memorables, Miguel Ríos convirtió en clásico popular un movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven con su Himno a la alegría, y hasta el político Alfonso Guerra acercó a muchos españoles a la figura del compositor checo Gustav Mahler, también popularizado por el director Luchino Visconti en la inolvidable película Muerte en Venecia. O sea, la celebración de los centenarios se convierte en algo más que en una efemérides, es muy probable que el regreso de la obra de Delibes que vuelve a un escenario en la capital de España, y la más que posible gira por todo el país, traiga consigo la venta de la obra literaria de Miguel Delibes, el castellano que es ejemplo de una correcta expresión de nuestra lengua. Estamos de enhorabuena porque la compra y remozado de un teatro por parte de un actor que podía invertir su capital, sin duda fruto de su trabajo, en negocios más lucrativos que el teatro, es una buena noticia. Y la gran Lola Herrera retoma el personaje más importante de su carrera 36 años más tarde, sin miedo al esfuerzo que hoy, a los 80, le va a suponer meterse en la piel de la viuda Carmen Sotillos ante el féretro de su marido. Pero la experiencia y la técnica madurada de la actriz es seguro que nos ofrecerá una nueva e interesante p

Esta noticia convierte en «algo pequeñito» (miren por dónde, el «eurovisivo» creador de este título, Daniel Diges, actuará en breve en el Aula de Cultura) la polémica provocada por la queja del actor Arturo Fernández al no haber sido incluido en la programación del Teatro Principal. Se puede admitir que el casi nonagenario actor (muy bien llevados los años, por cierto) tenga su parte de razón, perdida por las formas en que ha expresado su disconformidad con la política teatral de Paco Sanguino. Todo ha quedado en una agria anécdota sin demasiada trascendencia, que queda empequeñecida por el buen momento teatral que disfruta Madrid y que lógicamente tendrá su influencia, por suerte, en las giras de las compañía en la próxima temporada, Concha Velasco Reina Juana incluida, triunfante hoy en el Teatro de la Abadía. Los años no pesan, pesan los daños.

La Perla. «Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena» (Ingmar Bergman).

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