He escuchado a algún político que esta situación tan irregular la hemos motivado los españoles con nuestra forma de votar en las últimas elecciones. Nada más lejos de la realidad. La situación bochornosa que estamos viviendo a nivel político ha estado causada, exclusivamente, por la tremenda ineptitud de nuestros políticos.

El PP y el PSOE eran los dos únicos partidos con posibilidades reales de formar Gobierno. El candidato del PP y presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, ni siquiera se sometió a la investidura cuando el Rey así se lo pidió por no contar con los apoyos suficientes y no querer desgastarse. Por su parte, Pedro Sánchez, el líder del PSOE, ha fracaso en su intento de alcanzar una mayoría suficiente para formar Gobierno. Contaba con el apoyo de Ciudadanos, pero no logró convencer a nadie más y, por tanto, no contaba con el número de escaños suficientes para salir investido presidente. Y es que Podemos y el resto de grupos de izquierdas no quisieron aprobar un Gobierno formado con Ciudadanos.

Por tanto, España está destinada a nuevas elecciones. El plazo para la investidura terminó el 2 de mayo y, automáticamente, el Rey firmó la convocatoria de comicios el 3 de mayo.

En medio del circo de las recurrentes y recíprocas acusaciones sobre la falta de voluntad de pacto del adversario (PP y Podemos culparon al PSOE y éste, como Ciudadanos, a Podemos y al PP ), sólo el Rey concitó el acuerdo y el aplauso general. El presidente del Congreso, Patxi López, y los portavoces de los grupos coincidieron en sus elogios a su «neutralidad» y profesionalidad en el desempeño de su función. Una función arbitral definitivamente alejada de la mediación y del auspicio militante de acuerdos que muchos le atribuyeron al comienzo de este proceso.

Dar con el «culpable» del fracaso político que ha llevado a estas elecciones será uno de los ejes de la campaña de todos los partidos. Si el PP responsabiliza al PSOE y a Ciudadanos, el PSOE señala a Podemos, mientras que el partido de Pablo Iglesias culpa a los socialistas, y la formación de Albert Rivera, a Mariano Rajoy. Pero de verdad, ¿quién es el culpable de este enredo? Para mí, existen 350 culpables, todos y cada uno de los políticos que ocupan un escaño en el Congreso.

Ha sucedido algo histórico en nuestra reciente democracia: Don Felipe firmó el Real Decreto de disolución de las Cortes y convocatoria de comicios, que entró en vigor el día 3 con su publicación en el Boletín Oficial del Estado.

En ese mismo decreto se anunció la fecha de la nueva cita electoral, el 26 de junio, exactamente 54 días después. Así terminó la legislatura más corta de la historia reciente, después de 111 días.

Ha sido la primera vez que el Rey ha convocado elecciones generales desde que se restauró la democracia, porque los doce procesos celebrados desde 1977 fueron convocados por los distintos presidentes del Gobierno y sancionados por el Monarca. Esta vez, al ser las circunstancias excepcionales, se ha aplicado por primera vez el artículo 99.5 de la Constitución, en lugar del 115, y es don Felipe quien convoca las elecciones con el refrendo del presidente del Congreso, Patxi López.

Estamos ante los resultados más fragmentados de la historia moderna española, el Partido Popular de Mariano Rajoy logró entonces 123 de los 350 escaños del Congreso; el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), 90; el izquierdista partido antiausteridad Podemos, 69, y el centrista Ciudadanos (C's), 40. Pero las urnas mandan y estos resultados son los que hay. El problema es, que en estas circunstancias tan especiales, se necesitan políticos que practiquen «alta política», o lo que es lo mismo política de Estado. Hasta ahora lo que hemos visto ha sido política de salón o de show televisivo. Ya veremos qué pasa a partir de junio.