En esto de la jornada continua en los colegios parece que hay mucha prisa, demasiada presión y, como consecuencia, poca reflexión. Como madre, agradecería que antes de realizar cualquier cambio en el sector de la enseñanza se dispusiera de informes de expertos independientes, a ser posible de prestigio, para garantizar que la actuación no responde a intereses políticos, sindicales, económicos o de otra índole, sino a la mejora de la calidad de la educación que se da hoy a quienes serán los profesionales del futuro. Por lo pronto, ya sabemos que con los pediatras no se ha contado porque ellos no consideran beneficioso, sino todo lo contrario, que un niño, en la etapa escolar, esté hasta las dos de la tarde sin comer como se propugna en los ajustados horarios de la jornada continua. Parece razonable. En estas cuestiones, como hay mucho en juego, se debe ser serio para atender lo prioritario y esencial, que es la formación y la salud de los escolares. Una vez quede garantizado esto, profesores, padres y políticos debemos supeditarnos a ello, aunque no resulte cómodo. Nunca al revés.
