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El cholo y la identidad

Antes de la batalla de esta noche en Múnich conviene poner en claro (poner en valor dicen ahora los modernos) la aportación al Atlético y, por extensión, al fútbol contemporáneo de Diego Pablo Simeone, mito viviente de la parroquia colchonera, que en apenas cinco años ha cambiado el alma, la esencia y la identidad del siempre entrañable conjunto madrileño.

Latido a latido, el «cholismo» trasciende el fútbol y ya se ha convertido casi en una filosofía de vida, una corriente de pensamiento y una forma de ser y estar. Partido a partido, Simeone ha logrado una insólita fusión entre el entrenador, el vestuario y la parroquia rojiblanca, de suerte que el Atlético es el Cholo y el Cholo es el Atlético.

Dice Guardiola -otro gran revolucionario del fútbol moderno- que el gran título del Atlético es que ha conseguido que se le compare ya con los dos grandes de España (Barcelona y Madrid) y otros imperios europeos (Bayern, Juventus, Manchester...). Pero el logro no acaba ahí. Además de competir de tú a tú contra presupuestos que le quintuplican, Simeone ha cambiado el ADN de un equipo cuyas señas de identidad pasaban por el contragolpe, la irregularidad y una acusada tendencia a la resignación y el victimismo.

Desterrada la sombra del «pupas» del imaginario rojiblanco, el técnico argentino ha transmitido al equipo y al club sus mejores valores de cuando fue jugador: carácter, liderazgo, orgullo, compromiso y resistencia a la derrota. Y ya se sabe que se juega como se entrena.

El futbolista Simeone, como la mayoría, también tenía un reverso tenebroso que de vez en cuando reaparece al frente del banquillo. Del mismo modo que le clavó los tacos en San Mamés a Julen Guerrero en el muslo, días atrás ordenó tirar un balón en el Calderón para frenar un contraataque del Málaga. No tiene disculpa porque es un gesto feo y antideportivo que puede adulterar un resultado y, por ende, la competición. Pero así entiende el fútbol el Cholo, criado en el «potrero», competitivo e intenso hasta el límite del reglamento.

La prensa italiana, que le venera y aguarda, le ha comparado con el Che Guevara en su revuelta contra el «tiqui-taca» de Guardiola. Larga vida al Comandante Simeone. Larga vida al fútbol de verdad, el que se sueña y se juega en la calle desde niño.

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