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Isabel Vicente

Photoshop para la vida

Los publicistas van a acabar con nosotros. Tengo delante un periódico con una foto de Blanca Suárez en dos imágenes en bikini. En una, de una popular marca de ropa interior y bañadores de la que Blanca es imagen, se ve a la actriz estilizada y sin un gramo de grasa, sonriente y perfecta frente al mar por obra y gracia del photoshp. En la otra foto, con el mismo bikini y en la misma sesión pero sin retocar, se ve a la joven fantástica pero con más caderas, los brazos y las piernas algo más gordezuelos y los pechos un poco más caídos. Como cualquier chica con buen cuerpo pero natural, con los muslos rozándose y la tira de la braga del bikini marcándose en las caderas. En la misma publicación hay un anuncio de crema antienvejecimiento con la cara de una modelo que, no solo no ha debido cumplir aún los 20, sino que, por efecto de filtros y retoques digitales, no tiene ni una peca ni una mancha ni una espinilla, vamos, que te darían ganas de irte a comprar un kilo de esa crema si no fuera porque ya has picado en otras ocasiones pensando que lo que te aseguran de que te vas a ver más radiante y más joven y más lisa, va a ser verdad, y ya no cuela. Un par de páginas más allá, una agencia de viajes publicita cruceros maravillosos con una pareja guapa y estilosa de mediana edad brindando con lo que se supone que es champán en la cubierta del barco frente a la costa de una idílica isla griega. No te cuentan que cuando bajas del barco hay miles de turistas llenando las calles del pueblo, ni que la playa tropical de aguas transparentes que te ofrecen en otro anuncio en realidad no está casi desierta sino invadida por los bañistas.

La publicidad todo lo transforma y lo convierte en bello; todo lo hace perfecto y deseable, sin mácula ni arrugas ni celulitis ni papeleras ni mosquitos ni grupos de turistas.

El de la publicidad es el mundo de la píldora azul de Matrix en la que algunos quisiéramos vivir. El problema es que no podemos elegir entre la pastilla azul y la roja sino que ese mundo idílico convive con total desparpajo con la crudeza de la realidad. Así, tras una página en la que una sofisticada Keira Knightley anuncia un perfume, encontramos la imagen del horror: la destrucción de un hospital de Médicos sin Fronteras en Alepo en un bombardeo en el que murieron 30 personas, entre ellas varios niños. En una foto un niño llora desesperado junto a un cadáver. En otra, una mujer enlutada buscar a un familiar entre los cascotes y el polvo. Es un día más con la muerte y el horror como protagonistas. Hoy en Siria, ayer en París, mañana en Libia... Aquí no hay photoshop que dulcifique ni publicidad que enmascare. Qué pena.

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