Desde finales del siglo XIX se celebra mundialmente la fecha del 1º de mayo, conocida como el día del trabajador, como homenaje al grupo de obreros que fueron ejecutados por las huelgas de Chicago en 1886. Sin embargo, este día, de extraordinaria importancia para el movimiento obrero internacional, no sólo es una jornada de recuerdo para aquellos trabajadores y sindicalistas que perdieron sus vidas ejerciendo su derecho a la huelga, sino que representa una manifestación reivindicativa que busca defender en la calle, de forma lúdica y festiva, los derechos de los trabajadores.

La crisis económica que estalla a nivel mundial en el año 2008, y que tuvo su origen en Estados Unidos a partir de una deficiente regulación económica del sector bancario fundamentalmente, trajo consigo un retroceso en materia de derechos laborales, conseguidos durante décadas con mucho trabajo y sacrificio de los obreros. Elche, como cualquier otra ciudad española, sufrió igualmente este problema, propiciado por las políticas austericidas de la Unión Europea, la presión del Fondo Monetario Internacional y los recortes del Gobierno del PP. Las duras consecuencias de esta crisis han sido palpables en el día a día de nuestra ciudad y degeneraron en una situación de emergencia social ante la cual las instituciones públicas tuvieron que hacer frente de forma urgente.

Hoy, transcurridos varios años desde su inicio, a pesar de que se atisban más signos de una progresiva recuperación económica, son todavía visibles las huellas causadas por una depresión económica que puso de manifiesto que vivimos en un mundo globalizado. Sin embargo, quedan todavía muchos retos que afrontar y muchos derechos, bien perdidos o bien congelados, que recuperar.

Por este motivo, resulta más importante que nunca salir a la calle este primer día de mayo, de forma festiva pero reivindicativa a la vez, para exigir un trabajo digno y unos sueldos justos. La última Reforma Laboral aprobada por el Gobierno presidido por Mariano Rajoy no hizo más que agravar una situación, la del trabajador en España, ya difícil de por sí. Ésta trajo consigo, como así lo han denunciado el PSOE y los sindicatos UGT y CC OO, un modelo de empleo precario, salarios bajos, despidos baratos y un sistema de relaciones laborales sin equilibrio entre el empresario y los trabajadores. Ante esta situación, cuyos frutos más inmediatos han sido la precariedad laboral y la temporalidad del empleo creado, los poderes sociales y políticos tienen el deber de reaccionar.

La aplicación de estas políticas de austeridad desacertadas, como así lo han reconocido diversos organismos internacionales y numerosos economistas de prestigio internacional, han elevado el nivel de pobreza de nuestra ciudadanía y un deterioro más que evidente del clima social. Por ello, es necesario que apostemos por una reforma urgente del Estatuto de los Trabajadores, una reforma que combata de una forma eficaz la precariedad del empleo y garantice los derechos de los trabajadores, siempre dentro de un marco de diálogo social y participación colectiva.

Elche es una ciudad con amplio tejido obrero, una de las ciudades del arco mediterráneo con mayor pujanza industrial. Muchas son las empresas que se asientan en la ciudad y en las que trabajan miles de ilicitanos e ilicitanas. Elche es un referente nacional a nivel empresarial e industrial, pero, a pesar de ello, todavía quedan muchas cosas por hacer.

Sin duda alguna, una de las más preocupantes tiene que ver con la lucha contra la economía sumergida que, lamentablemente, ha vuelto a adquirir un triste protagonismo en estos últimos años. Por ello, este pasado jueves 28 de abril, en el Consejo Económico y Social de la ciudad, decidimos impulsar la creación de una Mesa de Trabajo sobre la Economía Sumergida que se convierta en una herramienta a través de la cual poder articular estrategias de lucha ante este grave problema que afecta a un buen número de personas en Elche.

El Ayuntamiento de Elche está fuertemente preocupado por los perversos efectos de este fenómeno que no es ni mucho menos exclusivo de nuestra ciudad, pero que socava varios principios y derechos esenciales. El primero de ellos, y con toda seguridad el más importante, es la desprotección que genera al trabajador, debido a la alta precariedad y el incremento de los riesgos laborales. Por otra parte, la ruptura de las reglas del juego establecidas que tienen como consecuencia efectos perniciosos sobre nuestra sociedad: la ausencia de cotizaciones, determinante de las futuras pensiones, y la competencia desleal respecto a aquellos empresarios que cumplen sus obligaciones.

Muchos son, en conclusión, todavía los retos que debemos afrontar en la ciudad relacionados con el fomento de la ocupación y la protección del trabajador. Esta jornada del primero de mayo debe servirnos para recordar que aún queda mucho por hacer y que los/las trabajadores, desde la solidaridad y el compañerismo, debemos luchar por nuestros derechos laborales, y recuperar ese valioso legado que quienes nos precedieron lograron sumando sus voces en las calles.