Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Mondéjar.

El Indignado Burgués

Javier Mondéjar

Chantaje en los medios

Lo inventaron los sumerios y lo llevaron al nivel de maestría los antiguos egipcios que plasmaron en sus jeroglíficos la figura del «sobre-cogedor», ese periodista (sic) que extiende hacia atrás y con la palma abierta su mano con el fin de recoger el óbolo a su chantaje, para desgracia del medio que sufre -sin saberlo- la desgracia de dejarle escribir. Había y hay muchos de estos desahogados, antes en los medios importantes y ahora (que es mucho más difícil medrar en grupos de comunicación sólidos, entre otras porque es difícil de colar y los directivos no tienen las tragaderas de antaño) en chiringuitos «periodísticos» camino del libelo, televisiones más piratas que Long John Silver y «confidenciales de internet» vendidos al mejor postor.

En realidad el mecanismo no ha cambiado y es tan sencillo como el de un chupete: tú nos untas y nosotros hablamos bien de ti; tú no pagas y te masacramos día sí día también. La extorsión utilizando una profesión que tanto amo (aunque a veces, como todo amor no sea suficientemente correspondido y en ocasiones incluso te ponga los cuernos) me repele, me asquea, me da ganas de vomitar. Y que a un desharrapado de estos le llamen periodista y le pongan al mismo nivel que a los honrados redactores que se pasan todo el día pegados al teclado me pone a parir. Prefiero a los honestos carteristas y robagallinas, que al menos no ocultan que su profesión es el latrocinio, a estos hipócritas vendidos.

Pero es lo que pasa en la sociedad enferma en la que nos toca vivir: los malos sólo tienen pavor a los medios y a los tribunales y existen listos en ambos campos que procuran aprovecharse de su temor. Me parece que hay diferentes grados de «vomiticidad» en el chantaje: si los que acceden a él son los ricos de por casa o los apoderados de los toreros para que hagan una buena crónica (los entornos taurinos estaban llenos de esos «críticos» sobrecogedores) o los representantes de un futbolista, pues en fin, cada cual con su dinero hace lo que quiere y se lo gasta en lo que le parece. Es una golfada pero se supone que la realidad pondrá a cada cual en su lugar más pronto o más tarde y el tuercebotas jamás será Cristiano, ni el pegapases mutará en Manolete.

Lo malo es cuando con dinero de todos se pagan estos favores especiales. Que yo haya estado pagando con mis comisiones bancarias que los directivos de la extinta CAM o que Rodrigo Rato lavasen sus podridas imágenes, me fastidia pero bien, y eso por utilizar un verbo aceptable y no escribir venablos malsonantes. Es el colmo que mi dinero se haya utilizado en engrosar las cuentas corrientes de esas revistas de mala muerte a mayor gloria de siniestros personajes; esos premios a los que me invitaban de vez en cuando -y a los que nunca iba, claro- y en que se galardonaba al directivo del año o al empresario que mejor vestía corbatas de Hermès.

Todo pagado con nuestra pasta, pero que revertía en portadas de Rato como el hombre del año o en la glorificación de nuestros desalmados personajillos de la CAM a quienes me resisto siquiera a nombrar. ¡Y anda que eran pequeñas las cantidades!, que con 6.000 pavos tenías antaño para un montón de esos juntaletras históricos de la provincia y por lo menos conozco media docena de nombres a los que se compraba por mucho menos, pero Rato o la CAM pagaban alegremente cerca de un millón de euros, que se dice pronto.

Por no hablar de Manos Limpias. Es verdad que a huevos vistos, macho seguro, pero a mí estos tipos me han olido mal desde el principio y no sólo porque su ideología fuera de ultraderecha, que también, sino por cierto instinto periodístico que uno tiene y que le dice que si algo se parece a un pato y grazna como un pato, es muy seguro que sea un ánsar o perteneciente a su familia. Anda, ahora que caigo: ¿No era así como Bush hijo llamaba a nuestro eximio presidente del bigotillo, los musculitos y los pies sobre la mesa?

El caso es que el chantaje era el mismo de los sobrecogedores: o me financias o te denuncio. Y como pleitos tengas y los ganes fueron muchísimos los que sin encomendarse a dios ni al diablo cedieron a la extorsión. Es para encerrarlos a todos en una mazmorra de «los plomos» de Venecia y tirar la llave en medio de la laguna. Y aquí pongo el punto final, porque si expresase todo lo que siento contra ellos lo mismo me encerraban a mí. Vale.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats