Se veía venir lo de que íbamos derechitos a unas nuevas elecciones generales y es que ésta parecía ser la consecuencia lógica de lo que venía ocurriendo en la política nacional. A base de desprecios, malos modos y desplantes entre los políticos no íbamos a llegar demasiado lejos. Pero este escenario tan espeso en el que han tenido que verse las caras los líderes de los diferentes partidos es consecuencia de la mala relación que ya tenían entre sí unos con otros. Para los que creemos en la mediación, lo que ha ocurrido sólo se puede calificar de rotundo fracaso. Claro que para poder llegar a un acuerdo lo primero es no negarse siquiera a intentarlo.

Ignoro en qué momento se tomó en el seno de algunos partidos la decisión de dejar aislado al PP e ignorarlo en las negociaciones, como si a base de ello pudiera disimularse la realidad de que era el partido más votado, con bastante diferencia. El no pactar con Rajoy, pronunciado como un mantra, se ha acabo pareciendo a la famosa escena del camarote de los Hermanos Marx, en la que se repite sin cesar lo de «y dos huevos duros». A pesar del desgaste de gobernar, el PP mantuvo unos niveles de votos que para sí los habrían querido otros, como por ejemplo el PSOE, a pesar de toda la hiel que le echó a la cara Sánchez a Rajoy en aquel lamentable debate entre los dos, en que el gallego también estuvo bastante desacertado. Ahora Sánchez ha pedido disculpas por alguno de los epítetos que utilizó entonces, de lo que no podemos dejar de congratularnos. Al final, Rajoy, que es muy cuco, hasta puede que saque ventaja de haberse quedado a verlas venir, manteniendo a la chita callando la presidencia del gobierno durante estos meses, mientras unos y otros se reunían o hacían la finta de que reunirse. En este circo hasta Baldoví ha llegado a cobrar protagonismo, lanzando in extremis una propuesta a Sánchez que era en realidad una opción imposible. Y es que algunos han pretendido tomar un protagonismo que por número de votantes no les correspondía

Estamos con la duda de si los partidos optarán por repetir la jugada, o bien, para tratar de obtener diferentes resultados y siguiendo el consejo del genial Einstein, decidirán cambiar la manera de hacer las cosas.