La Comunidad Valenciana ha dejado de ser objetivo 1 para la Unión Europea. A simple vista podría parecer una buena noticia, toda vez que salir de esta lista supone que las cosas han mejorado y que el territorio valenciano se ha adentrado en el camino del progreso. Pero nada más lejos de la realidad.
La UE tiene en cuenta la cifra del producto interior bruto per cápita para decidir qué territorios están más necesitados que otros y cuáles tienen que recibir más o menos ayudas. Y podría ser que efectivamente la situación haya mejorado a nivel general. Pero estaría bien que las autoridades comunitarias también se pateasen el terreno y comprobasen lo lejos que están las frías estadísticas de la realidad de muchos núcleos rurales, que ahora se van a quedar sin subvenciones en materia de desarrollo.
