Siempre me han gustado esas estatuas que colocan en plazas y jardines donde un señor mayor aparece tranquilamente sentado en un banco. Allí está viendo pasar el tiempo concentrado en sus pensamientos mientras se hace fotos y videos con turistas y viandantes. Algo parecido está pasando en España donde el Gobierno en funciones o mejor dicho en «disfunción» asiste totalmente abducido y anestesiado a las mil indignidades a las que ha desembocado su gestión mientras estaba o está operativo.

Si por la mañana se os ocurre encender la radio, más que las noticias lo que se oye se asemeja más a una charcutería, chorizos y chorizas por doquier y montones de casos de corrupción con los nombres más diversos inundan las noticias, pero no pasa nada. Las tragedias de las personas refugiadas, cerca de 80 asesinatos machistas el año pasado (este año sigue subiendo el número de asesinos de mujeres que confunden el orden de los factores matando primero a su mujer, madre, hija o la que pille, para suicidarse después, porque «era suya»), pero sigue pareciendo que no pasa nada.

Hoy es el día Internacional de la Salud Laboral. Desde la reforma laboral del PP, el aumento de la siniestralidad laboral va aumentado exponencialmente hasta desembocar el año pasado en más de medio millón de accidentes de trabajo y en la sangría de 608 accidentes mortales, o lo que es lo mismo cada tres días dos trabajadores o trabajadoras muertas en el trabajo. En el País Valencià, la situación es proporcionalmente similar, acabamos el año con 49 accidentes de mortales, es decir casi una o un trabajador muerto por semana. Por otra parte, este año no hemos empezado bien ni mucho menos, en el Estado sólo enero y febrero 106 muertos en accidentes de trabajo. Teniendo en cuenta que de los nuevos contratos que se están creando el 40% duran menos de un mes y el 25% menos de siete días, de aquellos polvos vienen estos lodos. Pero el Gobierno «interino» nos sigue tranquilizando con el mismo mantra: baja el paro, se está creando empleo y por lo tanto riqueza, estamos prácticamente fuera de la recesión, la prima de riesgo baja y las cifras macroeconómicas cuadran.

De las tragedias familiares que derivan estos trabajadores muertos y estas trabajadoras muertas no habla prácticamente nadie y lo que más me preocupa es que están creando, salvo excepciones, que las hay, una sociedad que se nutre de la apatía. Con la enorme cantidad de fechorías y casos de corrupción generalizada que están aconteciendo están consiguiendo que la sociedad, o una parte importante de ella, considere todas estas tragedias como algo rutinario, cuando en realidad hay que cambiar la anestesia y la cotidianidad por indignación, porque sólo con esa indignación se pueden cambiar las cosas. Como decía Bertolt Brecht: «No acepten lo habitual como cosa natural pues en tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada, de arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar».

Otro dato importante a resaltar es que prácticamente ningún partido político lleva propuestas de salud laboral en sus programas. Espero que los partidos progresistas (del PP y afines no espero nada) reflexionen sobre el tema y más teniendo en cuenta que nos vemos abocados a nuevas elecciones.

Por cierto aunque parezca mentira, este año se cumple el vigésimo aniversario de la entrada en vigor de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Ante semejante panorama desde CC OO exigimos el control del cumplimento de la LPRL dotando de más medios tanto a la Inspección de Trabajo como al INVASSAT, recuperar la inversión en salud laboral en las empresas, frenar el infrarregistro de la enfermedades profesionales, el establecimiento del delegado de Prevención territorial o sectorial (el 28% de los accidentes laborales se producen en empresas tan pequeñas que carecen de representación sindical) y revertir el marco jurídico de las mutuas, en resumen leyes firmes, controles rigurosos y sindicatos fuertes.