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Francisco José Benito

Un plan para la Volvo

Cuando en Alicante pasan cosas la ciudad lo nota y el sector turístico el primero. La reflexión de Cristina Rodes, presidenta de la Asociación Provincial de Hoteles, ha recuperado estos días toda su vigencia tras asistir al paso adelante dado por la Generalitat para que el Puerto siga acogiendo a partir de 2018 la salida de la Volvo Ocean Race, una regata, oficiosamente la Vuelta al Mundo a Vela, que cuando concluya en octubre del año que viene habrá dejado unos ingresos cercanos a los 300 millones de euros en la ciudad gracias a las cuatro ediciones que, todo hay que decirlo, logró un Consell popular y ahora debe mantener un Consell bipartito. Ejecutivo que huye de los grandes fastos como los gatos del agua, pero que parece que empieza a entender que gobernar no es comportarse como si estuviera permanentemente en la oposición, y que para conseguir eventos, algunos rentables como la Volvo, hay que sentarse a negociar, tragarse algún que otro sapo ideológico, tener mano izquierda y gastarse los euros en lo que muchas veces no son frivolidades, aunque puedan parecerlas.

El presidente Ximo Puig se ha apuntado un gran tanto al haber logrado renegociar las condiciones, leoninas o no, del contrato de la Volvo y ha abierto la puerta para que la regata siga en Alicante porque se trata de un acontecimiento que crea riqueza, empleo, imagen de ciudad moderna y hasta infraestructuras, como el gran paseo volado sobre el mar en el puerto, que hubiera sido imposible sin la regata. Un evento que esperemos pueda conocer el año que viene la vicepresidenta Mónica Oltra, a la que alguien de su entorno en Alicante debiera explicar cómo funciona, por ejemplo, la «Race Village», un espacio público, abierto a todos los visitantes y no sólo a los Vips, como equivocadamente apuntó Oltra tras el Pleno en el que anunció el resultado de una buena gestión.

La salida de la Volvo, y los datos están ahí, es uno de los acontecimientos lúdico deportivos que más impacto positivo ha tenido en Alicante en los últimos 50 años y es impensable que no se trabajara a tope por lograr su continuidad pese a que contra la candidatura luchen potencias como Lisboa o la todopoderosa Dubai con sus miles de petrodólares para seducir a los suecos. Los escandinavos quieren seguir en Alicante y muy torpe sería el Consell si dejara escapar la oportunidad de amarrar un evento y pasar a la historia como el ejecutivo que consolidó a Alicante en la élite de la Vela.

La Diputación ya ha manifestado también su intención de llegar hasta donde pueda económicamente, y el Ayuntamiento tampoco puede ponerse de espaldas. Y recordando a la reflexión de Cristina Rodes ¿Tan difícil resulta sentarse y pensar en fórmulas para que la Zona Volvo pueda convertirse en ese icono por el que aspira el sector turístico? Si hemos sido capaces de organizar un macrofestival musical con diez mil personas con coordinación y sin molestar a nadie ¿por qué no estrujarnos las meninges para que una de las áreas más atractivas de la ciudad tenga vida todo el año? Pues eso. Menos tasas turísticas y más imaginación.

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